Arias-Roosevelt: la amistad que facilitó la negociación de los tratados de 1936

Actualizado
  • 24/07/2022 00:00
Creado
  • 24/07/2022 00:00
Durante tres días, el presidente panameño Harmodio Arias fue huésped de honor en la Casa Blanca y objeto de atenciones de parte de Franklin Roosevelt y su esposa Eleanor

Décadas antes de la estrecha relación entre el general Omar Torrijos Herrera y Jimmy Carter, los panameños celebraron los productivos vínculos entre otros mandatarios panameños y sus pares estadounidenses.

Si la mutua simpatía entre Torrijos y Carter allanó el camino para la firma de los tratados que permitieron restaurar la soberanía sobre todo el territorio nacional, algo similar sucedió entre los presidentes Dwight Eisenhower y José Remón con la firma de los tratados Remón-Eisenhower, en 1955. El mismo sería el caso en la década de 1930 con los presidentes Harmodio Arias y Franklin Delano Roosevelt.

El 'new deal'

Harmodio Arias tenía menos de un año de regir los destinos de la República de Panamá cuando Franklin Delano Roosevelt tomó posesión como presidente de Estados Unidos, en marzo 4 de 1933, en Washington DC. Desde su discurso inaugural, el nuevo mandatario estadounidense hizo notar que su gobierno venía con una nueva visión para regular las relaciones pueblo-gobierno.

Con su “nuevo deal” o “nuevo trato” o “nuevo acuerdo”, Roosevelt anunciaba políticas más liberales, más progresistas, más sociales. En sus relaciones exteriores elaboraba la “política del buen vecino”, cuya filosofía quedó consignada en el mismo discurso: Estados Unidos era un país que respetaba los derechos de sus países vecinos, respetaba las obligaciones contraídas y la santidad de sus acuerdos.

Pocos creyeron las palabras de Roosevelt. No era el primer presidente de Estados Unidos que prometía a sus vecinos dejar a un lado la vieja política “del garrote” para terminar con las mismas intervenciones y agresiones militares que habían ganado el rencor de los latinoamericanos.

No se necesitaría mucho tiempo para que los panameños reconocieran que Roosevelt era un hombre con espíritu de reforma y fe en la justicia. Tan solo siete meses después de su toma de posesión, extendió una invitación al presidente Arias para que viajara a Washington a discutir las diferencias que mantenían ambos países en relación a los tratados Hay-Bunau Varilla, de 1903.

Viaje a Washington

Para entonces Arias había gestionado la peor parte de la crisis ligada a la depresión económica de 1929. El próximo paso en sus esfuerzos de salvación del país era asegurar para Panamá mayores beneficios de la existencia del Canal.

Era un tema que el presidente Arias dominaba. En su tesis para optar por el título de doctor en derecho (University of London, 1911), “El Canal de Panamá: un estudio en derecho internacional y diplomacia” (descarga gratuita en internet) examinaba el estatus jurídico del Canal, a la luz de diversas teorías, con el propósito de buscar los mayores beneficios para la humanidad.

Mientras que los panameños se manifestaban optimistas con respecto a la nueva aventura presidencial, solo desde la trinchera de la Zona del Canal había preocupación. Conocían que el presidente Arias era un negociador fenomenal, que no solo dominaba la lengua inglesa como un maestro, sino que tenía pleno dominio y conocimiento del tema del Canal.

Como quedara manifestado en la prensa del momento, los zonians desconfiaban de su propio presidente. Temían que para agradar a los panameños y convencer a las naciones latinoamericanas de su sinceridad con respecto a su política del buen vecino, sería capaz de sacrificar a los empleados y residentes de la Zona del Canal. Su partida a Washington produjo el mayor entusiasmo entre los panameños.

Eran otros tiempos, en que el pueblo creía en su gobernante, y antes de su salida, el 4 de octubre de 1933, se le obsequió “una de las recepciones más lucidas que se hubieran dispensado a ciudadano alguno”.

Todas las actividades de la ciudad se suspendieron para facilitar un gran desfile en el que participaron las escuelas de varones, el Cuerpo de Bomberos, la Banda Republicana y numerosos partidos políticos. La caminata comenzaría en la plaza de la Independencia y seguiría por toda la avenida Central hasta la estación del ferrocarril, donde el presidente se dirigió al público presente.

“Bien es sabido cuán grave y apremiantes son nuestros problemas y cuán complejos y trascendentes los que confronta la humanidad... pero todos sabemos de los nobles sentimientos de justicia que inspiran al presidente Roosevelt, al gobierno que él preside y a la gran nación americana con la que Panamá, la nación más pequeña del continente, está ligada por especiales estipulaciones... podemos y debemos razonablemente esperar que se inicie un periodo de ... desenvolvimiento estable, permanente, franco y sincero de sentimientos de verdadera amistad, de equidad y de justicia para la cooperación... No hay duda de que podemos conseguirlo”, dijo Arias desde el podio improvisado en la estación del ferrocarril en la plaza 5 de Mayo.

Apenas terminaba su discurso y se disponía a subir al tren que lo llevaría a la ciudad de Colón, cuando sus ayudantes le notificaron de un cable de última hora proveniente de Washington. El presidente Roosevelt lo invitaba a hospedarse en la Casa Banca durante su estadía en Washington.

Recepción en la Casa Blanca

Tras varios días de viaje, el presidente Arias fue recibido en la Union Station, en Washington, con un recibimiento del mismo nivel con el que había sido agasajado en Panamá: “La estación estaba engalanada con las banderas de Panamá y Estados Unidos y las tropas de caballería del Ejército estadounidense, con sus sables desenvainados, esperaban la entrada de Arias en la estación. Una banda del Ejército abrió calle de honor y 90 marines formaron una fila desde la plataforma hasta la entrada para hacerle calle de honor”.

Se le condujo a la Casa Blanca en una limosina rodeada de policías en motocicleta. Una vez en la mansión presidencial, se dirigió al salón Azul, donde lo esperaba el presidente Roosevelt para llevarlo a la habitación que se le había acomodado en el domicilio privado de la primera familia. Esa noche tomó el té con el presidente y su esposa Eleanor y cenó con la familia Roosevelt en un ambiente afable e informal.

Era lo que pretendía el presidente Roosevelt, una conversación de “corazón a corazón”, que evitaría meses y meses de diplomacia a la distancia, en busca de un mejor entendimiento entre ambas naciones.

Durante tres días, el presidente Arias sería huésped de honor en la Casa Blanca, y objeto de atenciones por parte de los más altos funcionarios del Gobierno estadounidense. Hasta un banquete de Estado se ofreció en su honor.

Resultado

“El presidente Roosevelt, con quien he conferenciado largamente anoche y hoy 10 de octubre, se muestra muy cordial y muy bien dispuesto. Ha consultado al secretario de Estado y al secretario de Guerra, quienes se muestran dispuestos a cooperar. Están considerando qué medidas administrativas pueden tomar inmediatamente para contribuir a la solución de algunos problemas pendientes”, escribió el presidente panameño a Juan Demóstenes Arosemena, entonces su secretario de Gobierno y Justicia.

El viernes 13, los presidentes Arias y Roosevelt atendieron una conferencia de prensa en la que comunicaron a la prensa de Washington los avances de las conversaciones.

Durante media hora, el presidente Arias tuvo que conformarse con asentir con la cabeza, mientras que Roosevelt respondía a la avalancha de preguntas de unos 200 periodistas, a quienes mantenía entretenidos con su arrolladora simpatía.

Posteriormente, en un comunicado emitido por la Embajada de Panamá, se hacía un balance de las conversaciones: “Hemos tratado de la manera más amistosa y cordial el campo entero de las relaciones panameño americanas. La presencia de Estados Unidos en la Zona del Canal nos hace a ambos países vecinos. Nuestro propósito es ser buenos vecinos”.

En las conversaciones preliminares a las negociaciones de un nuevo tratado, Estados Unidos aceptaba como justas la mayoría de las peticiones de Panamá, siempre y cuando no estuvieran relacionadas con cuestiones de funcionamiento, mantenimiento o protección del Canal.

La amistad entre Roosevelt y Arias se consolidaría en los años siguientes durante las periódicas visitas que hizo el presidente camino a vacaciones en Hawaii o la costa californiana. En 1935, juntos recorrerían en un convertible la ciudad de Panamá, para conocer el Canal y visitar las ruinas de Panamá Viejo, y posteriormente el presidente Arias y su esposa subirían a bordo del buque US Houston para una cena de gala.

El tratado Arias-Roosevelt, firmado en 1936, y ratificado por el Gobierno estadounidense en 1939, lograría asegurar a Panamá sus reclamos más apremiantes. Sería el primer paso en una lucha intergeneracional que culminaría con la devolución del Canal a Panamá por medio del tratado Torrijos-Carter.

Lo Nuevo
comments powered by Disqus