• 25/10/2008 02:00

Ayúdennos a progresar sin abusar

Cada vez que ingreso a un almacén converso con los empleados, en especial las damas que están frente a las cajas. “¿Desde cuándo está pa...

Cada vez que ingreso a un almacén converso con los empleados, en especial las damas que están frente a las cajas. “¿Desde cuándo está parada?”, es mi pregunta de rigor. La hago para determinar el número de horas en que ese ser humano está de pie, sin poder sentarse. Lean una de tantas respuestas: “Aquí me tienen desde las nueve de la mañana; no puedo moverme, a menos que sea por algo grave, urgente y creo que saldré a las once de la noche”.

Señores de la Defensoría del Pueblo, del Ministerio de Trabajo y de la Presidencia de la República, tenemos una legión de ciudadanas recibiendo un trato esclavista en la mayoría de los almacenes. Ellas, por no perder esa oportunidad de trabajo, no denuncian, no se quejan.

Hace poco estuve en uno de los grandes almacenes del centro comercial de Albrook; hablé con una chica embarazada y ésta, con voz baja, me habló de sus dolores, de sus peripecias, incluso me dijo que estaba allí por contrato y que una vez finalizado no se lo renovarían, a pesar de su estado.

Para nadie es un secreto que más del 90% de los almacenes en Panamá es controlado por los hebreos. Ellos fueron víctimas, en el pasado, de persecución, hostigamiento y esclavitud. Allí tenemos los relatos del Viejo Testamento, donde se nos habla de los más de 400 años de esclavitud en Egipto. Cada vez que muestran producciones cinematográficas o leo los relatos de la II guerra mundial, se me acelera el corazón y me indigno ante tanta barbarie.

Parte de ese sentimiento pasa por mi mente cuando veo el trato que reciben mis paisanas y paisanos en diversos establecimientos comerciales. Observen el sitio donde están las cajas registradoras y notarán que no existen sillas para que puedan descansar en algún momento; son horas y horas de pie.

Se ha comprobado que permanecer muchas horas parado puede producir fatiga y trastornos circulatorios, así como estar todo el día en una silla, y otros; por eso, la ergonomía propone alternar las posiciones para atenuar los riesgos de una posición en particular.

Repito el encabezado de este artículo, “ayúdennos a progresar sin abusar”.

Ustedes, señores propietarios de almacenes y centros comerciales, contribuyen con el desarrollo de esta Nación, pero los invito a reflexionar sobre el trato que les dispensan a sus trabajadores y estoy seguro de que mejorarán esas condiciones.

Les hago un llamado a nuestras autoridades y a los organismos que tienen que velar por el respeto a los derechos humanos, para que inspeccionen los establecimientos, encuesten, de manera anónima, a sus empleados y se sorprenderán con los resultados.

Estoy en contra de la esclavitud, aunque ésta se disfrace; también estoy en contra de la vagancia y de la falta de productividad; ambos extremos son peligrosos y eso deben entenderlo empresarios, trabajadores y gobierno.

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