• 21/11/2008 01:00

La nueva patraña de Martín

En los tiempos en que apoyé a Martín Torrijos con eso del “cero corrupción”, creyendo en sus buenas intenciones, le propuse hacer en Pan...

En los tiempos en que apoyé a Martín Torrijos con eso del “cero corrupción”, creyendo en sus buenas intenciones, le propuse hacer en Panamá lo de Costa Rica: prohibir a todo funcionario del Ejecutivo, comenzando por el mismo presidente, desde el momento de asumir el cargo, participar en política partidista — medida de transparencia electoral.

Torrijos me indicó que en un partido como el suyo, ello sería el equivalente de quedar en medio del mar rodeado de tiburones y sin salvavidas; tenía que seguir siendo presidente y secretario general, lo que ha significado que no se distinga el sombrero que usa cuando se dirige a la población.

El 18 de noviembre Torrijos emitió un Decreto Ejecutivo; me hizo reír: “Dicta medidas para garantizar la exclusión de los servidores públicos de cualquier actividad de proselitismo y propaganda política”, considerando que es “obligación del Gobierno Nacional coadyuvar con la jurisdicción electoral, para garantizar la pureza de los procesos electorales”, adoptando las medidas necesarias para garantizar la exclusión de los servidores públicos de tales menesteres.

Según el decreto de marras, los funcionarios — tan obedientes de la ley como los del actual gobierno — deben “mantener la más estricta neutralidad”, “separar el cumplimiento de sus funciones oficiales de las posibles actividades partidarias como ciudadanos”, “ejercer un celoso control para que los recursos estatales a su disposición no sean utilizados en beneficio de partido, candidato u opción electoral alguna...”.

Me asaltan varias preguntas: ¿quién vigilará al Doctor Colamarco, miembro del CEN y ministro del MOP, que fuera de sus horas de oficina — y hasta la madrugada, como cuando ablandaron al alcalde Navarro —, asista a actos políticos con autos oficiales y guardaespaldas pagados por el Estado? ¿Quién controlará para que no haga lo mismo el vicepresidente Arosemena –ahora sin ninguna función conocida — en su inútil campaña de diputado? — se desplaza de un mitin político a otro en un convoy de autos oficiales con escoltas oficiales. Podría llenar varias páginas con ejemplos similares.

Pero, ¿quién controlará al mismo presidente, quien “no sabe” cuándo actúa como tal y cuándo como secretario general del PRD, y que al movilizarse nos regala un espectáculo de capo di mafia siciliana? ¿Lo fiscalizará Boris Barrios, el fiscal Electoral, su ex notario personal, que se negó a hacer pública la declaración jurada de bienes del mandatario, según ordena la ley?

El país está harto de mentiras y de trucos. ¿A quién cree Martín que va a engañar con esta nueva patraña?

Seamos serios; el país reclama un cambio profundo de tantas mentiras y falsedades.

-El autor es escritor, político, catedrático y abogado.gcochez@cableonda.net

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