• 11/01/2009 01:00

Cultura dominante y elecciones

No cabe duda, en nuestras sociedades se impone una cultura dominante, que se corresponde con los intereses de los sectores que controlan...

No cabe duda, en nuestras sociedades se impone una cultura dominante, que se corresponde con los intereses de los sectores que controlan el poder económico y político. Esta cultura, a partir del modelo neoliberal, ha ejercido fuerza sobre los “mínimos”. La democracia concebida a partir de la filosofía de los mínimos se circunscribe al ejercicio del voto cada cinco años; la participación a la partidocracia; el proceso electoral enmarcado en un código antidemocrático; la campaña electoral a un proceso de “marketing” publicitario; los electores encasilladlos en el clientelismo político. Esta es una cultura electoral que se refuerza con la información mediática, que nos hace ver como democrático y legítimo, lo que le es funcional a los intereses de la oligarquía criolla.

Ante la deslegitimidad de la partidocracia, la cultura dominante pretende encerrarnos en el dilema del “voto castigo” o “el menos malo”, planteamiento que resulta irresponsable e irrespetuoso, ante los miles de problemas que vive el pueblo, producto de gobiernos corruptos que han favorecido sus arcas personales y las ganancias de las grandes empresas. Ante un torneo electoral vacío de democracia, carente de propuestas y de liderazgo, los cuatro candidatos a la Presidencia, asumen la consigna del “cambio”, aún cuando todos ya han estado en la conducción de las estructuras de gobierno y han impuesto medidas antipopulares. No sorprende, en la demagogia electorera, que hasta la candidata del oficialismo haga suya la consigna del cambio. ¿De qué cambio estamos hablando?

Es obvio que los sectores populares, que la gente honesta de este país desea un cambio, que no se limita a lo electoral, pero tenemos que tener claro que éste jamás podrá venir de quienes nos imponen esta cultura dominante. Por ejemplo, en las “reformas al Código Electoral”, prevalecen las modificaciones cosméticas, la esencia que garantice procesos verdaderamente democráticos quedan excluidos; así los sectores dominantes garantizan la partidocracia, recursos económicos (partida electoral), postulaciones (restringiendo la participación independiente), y control de las estructura electoral (leyes e instituciones).

Como pueblo, tenemos que romper con la cultura dominante, superar el clientelismo politiquero en el que nos han acorralado, y comprender que el llamado “voto castigo” sólo favorece la alterabilidad de la partidocracia, la cual le es funcional a sus intereses. No hay cambio real, en quienes faltos de propuesta recogen a todos los politiqueros de gobierno y oposición, cuyo punto en común es “voto a ganador” para seguir usufructuando de la Cosa Pública. Para quienes trabajamos por la transformación social, no se trata de caer en posiciones inmediatistas del mal menor ni de creer en falsos discursos progresistas, sino de seguir trabajando en la conciencia del pueblo para organizarse, de concienciar a la población de la fuerza que tiene el pueblo organizado, de crear mecanismos de poder popular para la autoconvocatoria a una Constituyente Originaria, que permita sentar los cimientos para la construcción del Otro Panamá, donde impere la justicia y equidad social. Frente a la farsa electoral, llamamos a rechazar las candidaturas existentes mediante la abstención, al voto en blanco o nulo, o con el voto simbólico por alguno de los mártires de la Patria.

-El autor es secretario general del Suntracs.rologe54@yahoo.com

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