• 26/05/2014 02:00

¡Ojalá se haga realidad! (Parte II)

Nuestra Constitución Política bien nos plantea en su artículo 118 ‘Es deber fundamental del Estado garantizar un ambiente sano a la gente

Nuestra Constitución Política bien nos plantea en su artículo 118 ‘Es deber fundamental del Estado garantizar que la población viva en un ambiente sano y libre de contaminación, en donde el aire, el agua y los alimentos satisfagan los requerimientos del desarrollo adecuado de la vida humana’, queriendo decirnos esto que, quien tiene la suma responsabilidad de salvaguardar la vida humana dentro del territorio nacional, se le debe al Estado. Por ello, quien se encuentra al mando del Estado, elegido por su pueblo como característica de nuestra patria democrática, debe tener la capacidad de tener conciencia de aquellos valores que promueven la salubridad y el desarrollo continuo de una sociedad, sin codicias que filtran el veneno que intoxica el futuro de una nación capaz de enriquecer hasta el más pobre de sus calles.

Como habitantes de este territorio tenemos un deber, un rol, que nos lo exige nuestra Carta Magna, ser impulsores de ese desarrollo social y económico que se requiere para que nuestro espacio se encuentre libre de contaminación, de todo tipo; exista un equilibrio ecológico y se evite la destrucción de nuestras fuentes de supervivencia, que son nuestros ecosistemas. Nuestra participación cívica debe estar presente y fuerte contra los constantes ataques que promueven el desequilibro tan aterrador que enfrentamos actualmente con nuestro ambiente; al entender que todas nuestras riquezas, nuestro oxígeno, nuestro alimento, nuestra cultura proviene de él. Ahí entonces sabremos que nuestra batalla contra la conciencia de un desarrollo económico a toda costa, sin importar que pueda pasar mañana, deberá ser permanente.

Gratos somos aquellos nacidos en este país, por su abundante diversidad, no solamente biológica, sino cultural, pero ingratos somos si continuamos indiferentes ante la evidente apropiación y destrucción de recursos que nos pertenecen a todos por igual. Por esto, a nuestro futuro presidente le pido que deje la ambición fuera de las tierras indispensables para la sostenibilidad, sobre todo que logre medir realmente que sopesa más atender, la real necesidad de su pueblo o la vanidad y la avaricia de unos cuantos. Un pequeño deseo, ¡ojalá se haga realidad!

ABOGADA

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