• 27/07/2014 02:00

Atrapan al coronel Díaz Herrera

‘ Los pueblos que olvidan su historia están condenados a repetirla’, así lo expresó Marco Tulio Cicerón

‘ Los pueblos que olvidan su historia están condenados a repetirla’, así lo expresó Marco Tulio Cicerón. Por lo anterior, es mi deber recordar los hechos que se dieron un 27 de julio de 1987. En la madrugada de esa fecha fue asaltada la residencia del coronel Roberto Díaz Herrera, por un comando de las mal llamadas fuerzas de defensa. El militar tenía casi dos meses de estar refiriéndose a las torturas, los robos, los crímenes, resaltando la decapitación del Dr. Hugo Spadafora y el gran fraude de las elecciones de 1984.

Ese mismo día el sector empresarial, aglutinado en el Consejo Nacional de la Empresa Privada, CoNEP, declaraba un paro de labores por 48 horas prorrogables; también, en esa fecha, el gobernador de la época, el periodista Alberto Velásquez, mediante memorando de su despacho, impedía la circulación de varios periódicos independientes y ordenaba el cierre de algunas emisoras adversas al gobierno militar. La orden del gobernador tenía solo la duración de 24 horas, pero Noriega y su séquito de compinches la extendieron hasta principios de 1988. La Asamblea aprobó una ley de amnistía, lo que permitió la apertura de los diarios y el funcionamiento de los medios clausurados.

Y para rematar este escenario de acontecimientos, resulta que el atentado a la libertad de expresión y de prensa se dio en los momentos en que la gloriosa Escuela de Periodismo de la Universidad de Panamá cumplía 26 años de fundación. En mi condición de director de esa unidad académica, me tocó realizar foros y debates, de donde salieron sendos pronunciamientos en contra de la medida adoptada por el gobierno, a través del periodista y gobernador Alberto Velásquez.

Fueron años donde la Facultad de Comunicación Social, dirigida por el decano Hipólito Donoso, se convirtió en el principal centro de lucha, buscando el respeto a la institucionalidad democrática, la justicia y la libertad. En aquella época, éramos el centro de atención tanto nacional como internacional, debido al rol que jugó esa parte importante de la Casa de Méndez Pereira. Se decía, y razón tenían los pregoneros, que esa facultad superó a la de Derecho, antaño reconocida como el bastión de lucha de quienes abogaban por los intereses nacionales de la colectividad.

Roberto Díaz Herrera tuvo el valor de contar todo lo que vivió en el vientre del ejército. Se cuidó de no mencionar los grandes errores que también se dieron durante la gestión de su primo, el general Omar Efraín Torrijos Herrera. Sus dardos envenenados solo fueron dirigidos contra Manuel Antonio Noriega. El equipo de asesores del llamado Hombre Fuerte aconsejó al militar utilizar el descrédito y la locura en contra de Díaz Herrera. Siempre he sostenido que el coronel jugó un papel similar a quien se conoció como Garganta Profunda, en el caso Watergate, que provocó la renuncia del presidente de Estados Unidos, Richard Nixon.

Hay similitud en ambos personajes, los dos aspiraban escalar en sus posiciones, pero como no se cumplieron los acuerdos comenzaron a contar ‘las bellezas’. La única diferencia fue que el coronel dio la cara, mientras que Garganta Profunda guardó su identidad durante casi 30 años. Pese a mis conjeturas debo reconocer que Roberto Díaz Herrera contribuyó a encender más el fuego en contra del desgobierno que dirigía Noriega. Después de ese 6 de junio de 1987, día en que comenzaron las revelaciones del coronel, se formó la Cruzada Civilista; la gente se armó de más valor; el pueblo se tomó las calles; se dieron dos intentos de golpe contra Noriega y luego vino la oprobiosa invasión norteamericana del 20 de Diciembre de 1989.

*EX SECRETARIO DE PRENSA DEL PRESIDENTE GUILLERMO ENDARA.

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