• 20/12/2015 01:00

Ser juez y fiscal

No creo que Ricardo Martinelli necesitara de las sabias acrobacias fiscales de su ministro de Economía, pues él se las sabe enteras

El día de hoy se cumplen 26 años de la cruenta invasión que sufrimos los panameños por parte de los Estados Unidos para remover del poder a ‘su hombre en Panamá'. Innecesaria, cruel y feroz, 26 mil hombres vinieron por Manuel Antonio Noriega, pero él fue a refugiarse en las sotanas del Nuncio y se entregó voluntariamente a la justicia estadounidense. Pasan los años y no hay político que se atreva a decretar el 20 de diciembre como duelo nacional. En esto hemos debido convertirnos, en jueces y fiscales, para valorar en su justa dimensión lo que se llamó ‘Just Cause', pero fue al final ‘Just Because'.

He quedado perpleja más no sorprendida por el reciente artículo de Mario Rognoni, en su columna de los martes en este diario, donde en resumidas cuentas, defiende la gestión de Ricardo Martinelli, como un presidente con visión. Trataré de orientar al amigo dentro del respeto que se merece, para que no quede duda que la única visión que tuvo el prófugo en rebeldía fue la de enriquecerse aún más. Dice Mario que Martinelli soñó con proyectos como el Metro, el Metrobús, la ciudad hospitalaria, la cadena de frío, los pasos elevados e intersecciones espectaculares, mercados de abastos, expansión de Tocumen, aeropuertos en France Field y Río Hato, proyecto Curundú, ampliación de carreteras, etc. De todas estas obras de sueño, las únicas que se concretaron fueron el Metro, —porque estaba diseñada y concebida desde 1998— y Curundú. El Metrobús ha tenido un sinfín de traspiés y ni hablar de la cadena de frío, la ciudad hospitalaria, el aeropuerto de Río Hato, que murieron en su cuna o son hoy obras muertas para la actual administración.

No creo que Ricardo Martinelli necesitara de las sabias acrobacias fiscales de su ministro de Economía, pues él se las sabe enteras: ha jineteado la plata de sus proveedores durante más de 20 años en su cadena de supermercados. En relación a su conocimiento no o no de quiénes coimeaban (además de él) es ampliamente conocido que todos los acusados o sindicados indican que tenían órdenes directas de sus allegados o su banda de Alí Baba de que le tocara un pedazo a él. Conociendo su personalidad no se le escapaba una, y si sospechaba que alguno estaba haciendo travesuras, sin empacho le hubiera dicho que o le daba a él o iba para afuera. Defender que nunca supo que el director del PAN estaba en grandes negocios es como afirmar que no usaba el tuiter.

Dice Mario tan cándidamente que el fugitivo seguramente está sorprendido por lo de los pinchazos, pero fue él quien pidió y seguramente todavía tiene en su haber la máquina pinchadora, porque a confesión de parte, relevo de pruebas: en gobierno amenazó a los socios de un diario local que tenía un dossier de cada uno de ellos.

Mario sabe que si no lo sabía, alguien se lo decía al oído, porque los allegados al poder lo que más disfrutan es en el lleva y trae y el bochinche, sobre todo para perjudicar a terceros. ¿O es que no se acuerda por qué fue que Martinelli fue removido del cargo de Director del Seguro Social? Mencionar la ciudad hospitalaria y los Minsa Capsi, la primera construida al lado de una cantera de un socio y sin accesos para los usuarios y con materiales inadecuados, y los segundos, levantados con tecnología de punta en sitios donde no hay ni luz ni agua muestran la verdadera cara de los gánsteres que nos gobernaron: contratos a toda costa y si son llave en mano mejor, para que los que siguen se jodan.

No querido Mario, la historia no lo absolverá y gracias a Dios no eres abogado porque seguramente estarías en el ejército de leguleyos que lo defienden, a cuál más cuestionado que el otro. No fue un soñador, fue el más corrupto de los corruptos y eso la historia lo probará.

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