• 26/06/2017 02:03

El camino que sigue

En los siguientes párrafos, algunos publicados anteriormente, exploro las posibilidades a futuro

Con las ganas mundanas de que las personas paguen sus culpas y desde las más íntimas preocupaciones existenciales, examino las intranquilidades de siempre para llamar la atención sobre los peligros presentes. En la mente de muchas personas, algunos pensadores con buena formación, se fortalece la idea de que la humanidad continuará su curso… y creen que por buen camino. Señalan que hay suficientes eventos históricos (pestes, guerras, desastres naturales, etc.) que evidencian la sostenibilidad –in saecula saeculorum– de la especie humana. Yo no estoy seguro de eso y hay otros pensadores y científicos que señalan lo contrario.

Los eventos a nivel mundial, particularmente la violencia e incontrolable guerra en el Oriente Medio, la salvajada del ser humano contra su propia especie, por asuntos de creencias o control y dominación de territorios y recursos energéticos, es de temer. En los siguientes párrafos, algunos publicados anteriormente, exploro las posibilidades a futuro. Estas observaciones fueron escritas en los últimos ocho años y me llena de mayores preocupaciones el hecho de que no hayamos mejorado en ningún aspecto. Ninguno. Toca pues, buscar nuevas formas para comenzar a allanar el camino en la construcción de una sociedad y de un mundo que trascienda sus limitaciones socioculturales, con el objetivo de garantizar un espacio digno para todos.

Es evidente que las trasformaciones profundas que tienen por objetivo llevar al conglomerado social a un nivel de coexistencia superior tomarán más de un quinquenio. Por más que reflexiono sobre este tiempo que vivimos, veo significativas complejidades que a la vez provocan aprehensiones considerables: inseguridad, juegavivo y un evidente deterioro en la conducta social y política.

En 1994, en un discurso en la Universidad de Filadelfia, el entonces presidente de la República Checa, escritor y político Vaclav Havel, sostuvo: ‘Lógicamente sigue que, en el mundo multicultural de hoy, el camino seguro hacia la coexistencia, la coexistencia pacífica y la cooperación creativa, debe comenzar con (…) lo que existe en lo infinitamente profundo de los corazones y mentes humanas, más allá que la opinión política, convicciones, antipatías, o simpatías. [Esa coexistencia] debe estar enraizada en la trascendencia personal. Trascendencia como una mano estrechada hacia aquellas personas cerca de nosotros, a extranjeros, a la comunicad humana, a todos los seres vivientes, a la naturaleza, al universo'.

Abraham Maslow, años después de la formulación de su ‘Pirámide de las Necesidades', teorizó en un ensayo que aquellas personas que alcanzaban la necesidad de autosuperación, algunas ocasiones experimentarían un estado humano superior al que llamó ‘trancendence' (trascendencia o trascender), ‘en donde el individuo no solo se percata de su enorme potencial superior sino también el formidable potencial superior del conjunto humano'. Llegar a ser millonarios, a como dé lugar, no es trascender.

Trascender se sostiene, en primera orden, con la educación, plataforma esencial que debe impulsar el desarrollo de un país. Debemos pensar siempre que la sociedad que queremos construir a partir de este momento debe incluir políticas educativas visionarias que sean extensivas a todas las regiones poblacionales del país; que garanticen participación y equidad que propicien el mejor clima posible para el desarrollo personal. Al fin y al cabo, un ambiente educacional adecuado y justo permitirá un desarrollo humano que nos prepare para superar sistemáticamente las actuales conductas decadentes.

Ese ‘formidable potencial superior...', a que se refiere Maslow, debe advertir la necesidad urgente de preservar y cuidar el ambiente para nuestro futuro. Muchos han desvirtuado el sentido de desarrollo con un afán por intervenir destructivamente con las bellezas y bondades que el universo nos ha ofrecido al prestarnos esta franja de tierra para convivir.

Havel concluye que: ‘La trascendencia es la única verdadera alternativa a la extinción' y yo agregaría que ‘un sentido de urgencia es necesario', si queremos legar a nuestros seres queridos un mejor entorno para convivir. Queda iniciar el peligroso camino hacia el futuro y diseñarlo… una visión que nos incluya a todos.

Ante una aparente apatía popular por manifestarse en las calles, poco se puede hacer: la humanidad seguirá su camino. El sueño de una trascendencia social y política está en manos de unos cuantos que deben decidir dejar las cosas como están o destapar la verdad, no importa a quién descubran. A como dé lugar, este país no será el mismo y tendrán de todas maneras que asumir la responsabilidad, para mal o para bien.

COMUNICADOR SOCIAL.

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