• 27/06/2017 02:01

Catedral de pobres… ¡pobre Catedral!

Igual se quedaron sin niños... Ejemplo, la Nicolás Pacheco…, refugio de 23 familias.

La Catedral de Panamá, una de las más grandes en toda el área centroamericana, se completó en 1796, fue abandonada, prácticamente, hasta el año 2003.

De cualquier modo, nunca se completó su repello. Como casa improvisada y de paso, a la que no se le tiene mayor afecto. Igual tienen su historia, las dos torres.

Normalmente, una catedral es el lugar de residencia y ‘oficina' del obispo de la ciudad. Los que en algún momento habitamos el sitio histórico de la capital, sabemos que tenía un altar mayor junto con otros altares colaterales donde se oficiaban misas. Hasta dos al mismo tiempo, como suele suceder en las catedrales y basílicas. Tenía bancas, sillas, cálices, manteles, patenas, candelabros… incluso pinturas, objeto de nuestras investigaciones sobre arte colonial. No era pues un sitio vacío y abandonado. Tenía todo el ‘mobiliario' junto con ricos y valiosos objetos sagrados para el culto del rito latino/romano tal, el nuestro.

El arzobispo de Panamá, último que recordamos, Mgr. Beckman no vivía en la Catedral, pero tenía su otra ‘casa' cruzando la calle. Mgr. MacGrath decidió irse a vivir entre los pobres, abandonando su residencia. Entiendo que nunca abandonó el lugar de culto. No quiero entrar en detalles polémicos para entender ‘el dolor de abandono' que ahora la Curia Metropolitana, responsable de 95 parroquias, invoca y da como argumento para echarnos en cara ‘la vergüenza' que debe darnos, a nosotros los panameños, residentes en la capital del país, por haber permitido que se ‘perdiera' de la Catedral todo el mobiliario: bancas, altar mayor, cálices, copas, candelabros, mantelería. No se mencionó la colección de pinturas.

Deseo recordar algo elemental del rito que practicamos. Cuando rezamos el Credo, no decimos: ‘Creo en el papa', ¿cierto?... Decimos: ‘Creo en Jesucristo'.

Esa misma Curia Metropolitana que abandonó la Catedral, supongo por falta de feligreses y de curas, cuando los propietarios de las tierras del Casco Antiguo, una vez lograda la inscripción del sitio en la Lista del Patrimonio Mundial de la Humanidad, comprendieron la importancia del enorme botín. Se despojaron de los habitantes, cínicamente invocando ‘normas' de la Unesco. Eran casi 10 000 ‘malapagas' hacen 10 años. Hoy no pasan de mil, siendo generosa.

Ante el abandono forzado, por intereses inmobiliarios y turísticos -el Estado posee solo 10 % de las tierras, al revés que en La Habana Vieja -familias, niños, mujeres, adolescentes fueron desplazados. No es difícil entender que la Curia se quedara ‘sin peces', es decir, sin feligreses, tanto como le sucedió a las escuelas del barrio. Igual se quedaron sin niños... Ejemplo, la Nicolás Pacheco…, refugio de 23 familias.

La actual administración de Gobierno obtuvo del Vaticano la sede para celebrar, en el 2019, el Año Internacional de la Juventud... ¡Aplausos grabados para el presidente y el jefe de la Curia Metropolitana!... Pero ¡ay carajo!... ¿en qué Catedral celebraría el papa Francisco sus misas para la juventud del mundo? ¡Qué vergüenza recibirlo en una Catedral abandonada! Y, ¿por qué no aprovecharíamos para que, luego de casi tres siglos de abandono y desidia, el papa consagrara por primera vez una catedral?

Quisiera pensar que este anzuelo que nos lanzan tiene el significado que el fundador y jefe de la Iglesia le imprimiera para convencer a pescadores, se dejaran transfigurar en ‘pescadores de hombres y mujeres, en vez de peces'.

Durante tres siglos, nos hemos matado por volcar toda nuestra energía y alma en apoyo de una obra construida por los americanos y remodelada, recientemente, por nosotros: el Canal de Panamá.

¿La Curia Metropolitana no siente vergüenza? Nosotros los panameños y nuestro Gobierno, ¿no sentimos vergüenza por la violación de los derechos de familias enteras, niños, sobre todo, obligados a salir del barrio de San Felipe? ¿Es más glamoroso presentarle a Jorge Bergoglio una catedral bonita y recién reconstruida –no quiero entrar en los detalles del respeto que debería tenerse en cuanto a las normas de su rehabilitación y conservación– para darle la oportunidad al obispo de Roma de que se luzca consagrándola, como si ella nunca hubiera existido o como resultado de su recuperación luego de una guerra cruenta y fratricida entre ricos y pobres que dura ya tres siglos y Dios sabe hasta cuándo?

Señor Gago Salinero -con todo el debido respeto-, lo he visto subir varias veces al altar mayor del Santuario Nacional del Corazón de María, este domingo XII del tiempo litúrgico, al final de las eucaristías, para pregonar sus nuevas funciones: recoger de la feligresía capitalina la plata que se necesita. ¡Tenemos que reponer el mobiliario ‘desaparecido'. ¡Créame que lo admiro!... Después de tanto atraco a nuestro patrimonio nacional, Catedral incluida, la Curia ¿se atreve todavía a pedirle a los pobres para reponer mobiliario ‘perdido'?... Dígame, ¿no le da algo haber aceptado una tal vergüenza?

FILÓSOFA Y ESCRITORA.

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