• 09/05/2018 02:03

Algunas reflexiones sobre nuestras próximas elecciones generales

 El derroche de propaganda oficialista resultó en una especie de bumerán que el votante, indignado devolvió contundentemente.

La convocatoria al proceso electoral que desembocará el próximo mayo en la elección de más de 1700 cargos que debemos elegir en todo el país, es ocasión propicia para pensar un poco, y con alguna seriedad, sobre la conducta cívica que todos los panameños debemos observar si, candidatos y electores, hemos de considerarnos los ciudadanos ejemplares que necesita Panamá. Para eso se requieren dos factores primordiales, a nuestro juicio: tanto asegurar un ambiente de paz como mantener la cabeza fría en todo momento. Un ambiente de ‘paz' excluye espacios para diatribas, medias-verdades, ofensas; y una ‘cabeza fría' exige mantener vigente durante todo el proceso la inteligencia que controle nuestras emociones. Sin paz ni inteligencia emocional, corremos el riesgo de repetir experiencias vergonzosas y enemistades profundas del pasado, y de revivir el peligro de no elegir los mejores candidatos.

Para los mayores de 47 años, que vivieron aquellas elecciones y entonces ejercieron su primer voto, la época tenebrosa de esa campaña política y el día lúgubre de las elecciones aquel 7 de mayo de 1989, deben ser vívidos recuerdos todavía presentes. El triunfo de la oposición fue tan fuera de toda proporción que no hubo fraude que lo pudo ocultar y forzó, como única solución criminal, la anulación del proceso por un Tribunal Electoral dependiente y sumiso. Cuando meses después se intentó volver a la normalidad, hubo que repetir elecciones en varios circuitos para acabar de integrar la entonces Asamblea Legislativa, incompleta por la anulación decretada.

La reciente elección del 4 de mayo de 2014 está más fresca en la mente de más personas. El derroche de propaganda oficialista, sus desmesuradas actividades proselitistas y los exagerados recursos estatales y privados, volcados descomedidamente en favor de esa candidatura en especial, resultó en una especie de bumerán que el votante, indignado y lejos de ser engañado, devolvió contundentemente. Otra vez hubo que repetir elecciones en varios circuitos cuyos procesos electorales estuvieron manchados por abusos y excesos que evidentemente restaban credibilidad a los resultados originalmente anunciados; muchos abusos fueron repeticiones de métodos utilizados en el famoso caso de El Bebedero de Los Santos.

Afortunadamente para todos, los tiempos han cambiado. Panamá no es el mismo que pelea en las calles contra los ‘Dóberman' por su libertad; el Tribunal Electoral tiene 25 años de ser distinto y digno de más confianza; la sociedad civil cada día se logra empoderar más para dejar escuchar su voz y ejercer mayor presión ciudadana como corresponde. Los ciudadanos están más conscientes de sus derechos y de las ventajas del régimen democrático-republicano, aunque encuentran frustración ante a la conducta insatisfactoria de la administración de justicia y los despropósitos de la producción legislativa.

El 27 de este mes se celebrará la primera vuelta en las elecciones generales de Colombia y el 1 de julio en México sin segundas vueltas. Hay sendos candidatos que claramente lideran las preferencias en cada caso y en ambas contiendas se presentan dos fenómenos similares: la importante proporción de jóvenes que ejercerán el voto por primera vez —40 % de Millennials en México, 30 % en Colombia— y el uso extendido de las redes sociales para promocionar una candidatura o para hacer daño a la reputación de otra. El problema con los jóvenes, que tendrían un gran poder si lo ejercieran, es su marcado absentismo; y las redes ya se han usado en esas contiendas para acusaciones no verificadas de lavado de dinero o divulgación de noticias falsas, como que el papa Francisco apoya alguna candidatura.

Vale entonces comparar nuestra propia historia y observar las próximas experiencias de nuestros vecinos.

EXDIPUTADA

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