• 04/06/2018 02:00

Mírame a los ojos

Te puedo seguir cobrando porque esto es mi negocio, pero esto no es lo de él

Hace poco más de una década mi hijo menor formaba parte de un grupo de cantantes juveniles que amenizaban eventos sociales durante los últimos meses del año. Ocuparon un breve espacio en el escenario local y grabaron dos discos compactos: canciones que aún escucho por allí durante la época navideña en los sistemas de sonido de los comercios de la ciudad y en las radioemisoras.

Finalizada esa experiencia, matriculé a mi hijo en una academia de música de un conocido compositor nacional para que le diera clases de piano, con el fin de ayudarlo a definir si la música, el canto y esas cosas de los escenarios era lo que tenía como futuro. Si así era, por lo menos tendría las bases para continuar. Al cabo de dos semanas de instrucciones musicales por el amigo compositor, dueño de la academia, me llevó a su oficina, me miró a los ojos y me dijo –palabras más, palabras menos–: ‘Su hijo es buen cantante, pero no va a ser músico'. Así de tajante, pero sincero. ‘Hace las tareas y cumple con lo que le digo. Te puedo seguir cobrando porque esto es mi negocio, pero esto no es lo de él. El músico se conoce desde el principio', señaló.

Son contadas las veces que alguien (fuera del círculo íntimo familiar y de los amigos históricos) me ha puesto las cosas en su justa dimensión… sin vacilaciones ni adornos. Para bien o para mal. Un supervisor una vez me dijo con mucha calma que yo conspiraba siempre para afectar su gestión. Lo que le faltó en su honesto señalamiento era verlo desde mi perspectiva: yo trataba era de que no cometiera equivocaciones que lo pudieran afectar legalmente. Pero eso es otro tema, su recriminación directa también vale.

No soy fanático del fútbol, siempre me han gustado el béisbol y el boxeo. En ambos deportes, si conoces los detalles, sabrás las posibilidades de triunfo de cada participante o equipo. Siempre hay espacios para equivocarse; más en el boxeo, cuando un puño bien colocado, del menos favorecido por los ‘expertos', puede dar al traste con todos los pronósticos.

Panamá clasificó a la Copa Mundial Rusia 2018 por tecnicismos: no por un juego firme y superior ante sus rivales de grupo; y menos por un apoyo decidido completo de las autoridades. Ya sabemos qué se hace con los dineros del Estado: se los roban… y el deporte, las artes, la música, los que escriben, investigan científicamente, hacen literatura y tiene como oficio las humanidades, trabajan bajo limitaciones insospechadas porque para los que reparten y hacen presupuestos, estos oficios simplemente no son importantes.

Por allí anda circulando un video animado de la selección de fútbol de Panamá recibiendo la copa como campeones del Mundial 2018. En realidad no entiendo este tipo de promoción, motivación o como quieran llamarlo. Algunos creen que es señal de patriotismo. El no señalar las debilidades del equipo y sus posibilidades, no nos hace más o menos patriotas. Hay que animar a cada panameño que sale del suelo patrio a representar los colores nacionales, pero no hay que crear falsas expectativas.

La semana pasada hablaba sobre la ‘transferencia del mal'… de cómo le estamos pasando a las futuras generaciones todas nuestras prácticas nocivas. Sí: hay que tener esperanzas en que todo es posible; inculcarle eso a los que vienen formándose. Pero a la vez, es posible, si le damos el apoyo necesario.

Las historias personales e individuales de los muchachos del primer equipo mundialista de Panamá han ido saliendo a la luz pública. Historias de retos personales y de sus familias que marcan en lo emotivo. No solo de ellos, sino de todos los futbolistas anteriores que se ocuparon de este deporte con la ilusión de llegar a este momento algún día.

Y en el escenario mundial, las posibilidades todos las conocemos; y lo que pinta el video animado y toda la promoción ‘Roja', es más negocio que realidad. Se aprovecha de la emoción de una fanaticada nacional que no duda en abrazar el esfuerzo del equipo nacional.

Enhorabuena muchachos, que les vaya bien. La dignidad con que llevan la bandera nacional siempre será más grande y de mayor valor que la intención y honestidad de aquellos que lucran con sus sueños y esperanzas. Que los miren a los ojos y digan que no es así.

COMUNICADOR SOCIAL.

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