• 12/01/2019 01:00

Los labradores malvados

Es difícil mantenerse apático o indiferente, cuando hay realidades que nos golpean y nos hacen sentir que no somos libres ni podemos vivir en paz 

Es difícil mantenerse apático o indiferente, cuando hay realidades que nos golpean y nos hacen sentir que no somos libres ni podemos vivir en paz ni en convivencia pacífica ni contamos con el respeto de una nación independiente, capaz de señalar caminos a más de cuatro millones de habitantes en este terruño que nos vio nacer.

La tarea señalada corresponde a todo órgano de Gobierno en atención a nuestra Constitución y todas las normas, decretos, leyes, reglamentos y procedimientos que se desarrollan a partir de la misma.

Desconocer lo que por derecho es la Ley es arrojar al país por un despeñadero, aunque sea de manera gradual o progresiva. Dediquémonos a aquellos problemas quitasueños aquellas estructuras de poder más señaladas: la Asamblea Nacional, el mismo presidente, según la Constitución y la Ley, el órgano Electoral y el Judicial.

Resulta complicado discernir quiénes son realmente los que hoy ocupan la Asamblea Nacional. Si compilamos lo que se vierte en otros medios, un jurista esputó: ‘los legisladores no son políticos, habrá que buscarles otro nombre'. Otro profesional se refirió a la irracionalidad de la Asamblea, es decir, lugar donde no se reflexiona ni se piensa. Ahora veremos qué dice Dios en este asunto. Algunos dicen, ‘no metas a Dios en esto'. Pero, ¿quién nos podrá ayudar? En el libro de SAN MARCOS, capítulo 12, en la parábola sobre LOS LABRADORES MALVADOS, se relata de como Dios arrendó (dio en alquiler) una viña, campo de labranza o Asamblea en este caso, a unos labradores.

La Biblia también dice que Dios da a quien quiere y como él quiera. Al cabo de un tiempo (entre 5 y 30 años o más para los que legislan), Dios envió a uno de sus siervos a reclamar su parte (rendición de cuentas); ‘¿Qué hiciste con lo que te di?'. Mas, los labradores tomaron y golpearon al siervo y lo devolvieron con las manos vacías. Envió Dios un segundo siervo a quien estos labradores apedrearon, hirieron en la cabeza y le humillaron. En su Paciencia, Dios envió a otro siervo y a este mataron y así hicieron con otros enviados, golpeando a unos y matando a otros. Resolvió entonces Dios enviar a un hijo suyo amado (Jesús de Nazaret) y dijo: ‘Tendrán respeto a mi hijo'. Pero los labradores de aquel tiempo, los fariseos de hoy, reconocieron a Jesús y lo ataron y le echaron fuera de la viña. Todos conocemos el suplicio de Jesús y cómo fue sacado de la ciudad a un lugar conocido como el Gólgota o el monte de las Calaveras.

Este capítulo termina diciendo que Dios el señor de la viña y el dueño de todo (versículo nueve): ‘Vendrá, y destruirá a los labradores, y dará su viña a otros'. Lo que no sabemos es cuándo. Ojalá fuese hoy. Lo que sabemos es que lo dicho por Dios se cumple y, aunque no nos demos cuenta, surgen fuerzas o eventos para su cumplimiento. Recordar a quien preside la Asamblea, ‘que el mal que hacemos regresa después'. ¿Acaso no recuerda aquella canción?

De la parábola podemos rescatar lo siguiente: que los fariseos eran malvados; que no respetaron nada; que se iniciaron golpeando y luego terminaron matando; que eran ladrones, porque se apropiaron de algo que no era de ellos; que entre ellos mismos sí se entendían. Me parece que las cosas están al desnudo. Mudarán de rostro o de parecer los llamados legisladores. El legislador Sergio Gálvez aseveró que no había fuerza humana (reino de los humanos) para ratificar a ningún magistrado. Pruebe con el reino que sigue; el de los ángeles, porque no creo que convenga a nadie ir a consultar al reino inferior; el de los animales.

ECONOMISTA

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