• 17/01/2019 01:00

Constituyente, ¿para quién?

En un Estado ideal donde se respeten las instituciones gubernamentales, la independencia de los poderes

En un Estado ideal donde se respeten las instituciones gubernamentales, la independencia de los poderes, y la probidad a todas costas de sus gobernantes, convocar a una Asamblea Constituyente debe ser solo considerada para ampliar el pluralismo, la estabilidad política y la profundización de la democracia; en caso contrario, la convocatoria a una constituyente puede ser percibida como un mecanismo jurídico empleado simplemente para reforzar el poder de un partido o un presidente, socavando la fe en los Gobiernos.

Las constituyentes no deberían ser cartas de cambio en batallas políticas o en momentos inciertos de los intereses de los políticos. Son documentos fundacionales, el suelo sobre el que se mueve la política.

Dicho lo anterior y tomando en consideración que uno de los temas hoy más destacados en la palestra pública es la convocatoria a una Asamblea Constituyente.

¿Pero es realmente necesario ese cambio en estos momentos? Necesitamos un nuevo orden jurídico que nos rija en los próximos años? ¿O, contrariamente, lo que debemos es exterminar radicalmente la casta política que nos dirige? ¿De qué nos valdría una nueva constitución con los mismos políticos?

¿Le están planteando al país tener una nueva constitución política con los mismos actores en la Asamblea Nacional? ¿Con los mismos leseferistas en el Ejecutivo, y con los mismos desprestigiados y cuestionados magistrados de la Corte Suprema de justicia? Por favor, que alguien nos explique dónde sería el cambio, definitivamente las fiebres no estás en las sábanas.

¿Para qué una nueva constitución, si seguimos dirigidos por la misma cuestionada y desprestigiada clase política que en un abrir y cerrar de ojos la estarán amoldando a su conveniencia?

¿Qué culpa tenemos los panameños de que el Ejecutivo no elija a los mejores hombres y mujeres para ocupar el cargo de magistrados en la Corte Suprema de Justicia, o qué culpa tenemos los panameños de que el Ejecutivo en su momento no sea el más diáfano, o que la Asamblea extienda sus malintencionados tentáculos hasta en el deporte, generando putrefacción y dudas en todas sus actuaciones? Esto solo a manera de ejemplos.

Desde su nacimiento como República, Panamá ha contado con cuatro constituciones a lo largo de su historia: la primera fue de 1904, este primer texto se promulgó en febrero de 1904, tres meses después de la independencia de Colombia y se inspiró en la Constitución colombiana de 1886. La de 1941, la de 1946 y la de 1972.

Podemos seguir redactando constituciones ‘muy generosas y poéticas' a lo largo de nuestra vida republicana. Cuando nuestros gobernantes vean más allá de las crisis políticas que ellos mismos engendran y compartan una visión de Estado, podrán darse cuenta de que vivir en democracia es mucho más que el sagrado derecho al sufragio; es mirar al futuro con los mismos problemas emblemáticos robustecidos por nuevos factores como el crimen organizado, la impunidad, y el tráfico de drogas.

Tenemos que enfocar viejos problemas endémicos con ojos frescos y para eso no necesitamos una nueva constitución. Lo que necesitamos urgentemente es solo una clase política renovada y con vocación inspirada en principios tangibles y alcanzables con procesos electorales transparentes y confiables para generar un mejor pluralismo, libertades civiles, funcionalidad del Gobierno, participación y cultura política, con estos prácticos elementos puestos en marcha y la gran oportunidad de elegir a los mejores gobernantes el próximo 5 de mayo, la gran interrogante es: ¿realmente Panamá necesita una nueva Carta Magna?

Allí les dejo la reflexión.

DIPLOMÁTICO DE CARRERA.

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