• 23/01/2019 01:01

El enamoramiento con los chinos

‘Esperemos que cuando llegue el momento de negociar en firme, el futuro del país y de las próximas generaciones, [...] tengamos un parlamento compuesto por los mejores [...]'

Cualquier relación entre una nación con 1395 millones de habitantes y una superficie territorial de casi 10 millones de km2, como la República Popular China y un país como el nuestro, con apenas cuatro millones de persona en un territorio de 75.5 mil km2, se asemeja a uno de esos argumentos de cuentos de hadas, en donde un apuesto caballero de reconocida familia se empeña en cautivar el amor de una tímida provinciana, usando toda clase de argucias, a pesar de las barreras culturales y el estatus socioeconómico que de hecho los hace antagónicos.

Después de haber leído casi un centenar de escritos de opiniones, no logro escudriñar cuáles son las verdaderas intenciones de esta promocionada relación paralela, entre países con notables características. Uno con régimen de Gobierno totalitario, donde no se reconoce la libertad ciudadana y jamás se le rinde cuentas al pueblo sobre el manejo de la cosa pública y el otro, inmerso en el sub-desarrollo, pero con ínfulas de país rico y con una diversidad ideológica como herencia política, como para atizar viejas prácticas militaristas, que riñen con los principios democráticos donde se sientan las bases de los países más prósperos y equitativos.

De los beneficios por las relaciones comerciales con China como uno de los seis destinos para las pocas exportaciones nuestras, se desprenden algunas interrogantes: ¿Qué interés podrá tener ese monstruoso mercado con lo poco que producimos? ¿No sería más fácil mercadear nuestros productos en Miami, por ejemplo, donde cualquier mercadito público de la esquina pudiera vender sandías, piñas y guineos, sin que nos impongan nada a cambio, como la petición de un espacio privilegiado para la construcción de una embajada o inundarnos de productos de imitación de limitada vida útil?

Sin embargo, nos exigen un filtro Fitosanitario riguroso a nuestros productos cárnicos y falta ver con qué nos lo casarán. Con el antecedente de los asiáticos de consumir perros, gatos y ranas, entre otros, capaces serían de enviarnos estos productos enlatados como cuota acordada en los convenios. De repente, querrán cazar todas las ballenas y delfines de nuestras playas, así como talar los poquitos árboles maderables que quedan en Darién. No quiero ni pensar cuando reclamen el espacio político, a través de la centenaria comunidad Chino-Panameña que aquí vive.

Sobre moral y buenas costumbres, esperemos que la ludopatía no sea parte de las negociaciones, como si nosotros no fuéramos los suficientes chingueros. De la Administración de Justicia siempre se ha cacareado la certeza del castigo, incluyendo la pena de muerte y mutación de extremidades dependiendo del delito. Viendo el terreno ganado por el crimen organizado, incluyendo la mafia china, podríamos hablar. Sin embargo, hace poco leí que al último que le habían cortado un dedo (meñique) fue a un indigente, que piropeo a la mujer del presidente, hacen como 15 años.

No hay dudas de que las proyecciones chinas son visionarias y con ribetes político-expansionistas, para perpetuarse como líder del comercio mundial. Panamá como hub de las Américas, es la ficha a mover para la conectividad del tráfico a bajo costo o gratis. Primero, nos amenazaron con la construcción de un canal a nivel por Nicaragua, que resultó un cuento chino; luego nos ofrecieron un tren rápido hasta Chiriquí, cuando la idea imperial es conectarlo a toda Centroamérica y más allá. Muchos países industrializados, incluyendo los EE.UU., están de acuerdo con esta nueva ruta, sin importar las consecuencias de una invasión de chinos a Panamá, por medio de la firma de otro Tratado Hay - Bunau Varilla.

Esperemos que cuando llegue el momento de negociar en firme, el futuro del país y de las próximas generaciones, hayamos madurado políticamente y tengamos un parlamento compuesto por los mejores hombres y mujeres, comprometidos con un ordenamiento social más prístino. Para bien o para mal, dependemos del factor político-partidista, pero aun así, el país no resiste más decepciones motivadas por intereses personales de gente disfrazada de patriotas. De lo contrario, nos pasará como a la provincianita, que por creer en cuentos de hadas, se quedó vestida y alborotada.

ADMINISTRADOR PÚBLICO Y DOCENTE.

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