• 20/07/2019 02:01

¿Nos ‘empodera' hacer trabajo ‘de hombres' o aparecer en el trabajo de ellos?

El concepto del empoderamiento femenino proviene de una retórica existencialista que impone sobre la mujer la responsabilidad de obtener los espacios y derechos que el sistema patriarcal le ha negado.  

La muestra fotográfica del Museo de la Ciudad titulada ‘Empoderadas, ¿quién dijo que eran el sexo débil?'. La misma exhibe retratos fotográficos de mujeres profesionales de áreas denominadas ‘masculinas'. La exhibición ha sido curada por Maylin Pérez Parrado, conceptualizada en colaboración con el fotógrafo Juan Camilo Cruz Rodríguez, fotografiada por Jairo Coumelis, y coordinada por Jonathan Hernández Arana por parte del Museo de la Ciudad. Sus realizadores argumentan que esta exhibición ‘reta nuestra percepción sobre el trabajo que una mujer puede o no hacer'. Sin embargo, sobresalen tres contradicciones en la conceptualización y realización de la exhibición: el empoderamiento' como solución a las discriminaciones de género; la suposición de que el trabajo, específicamente en áreas dominadas por hombres ‘empodera'; y el hecho de que un hombre haya sido contratado con fondos públicos para realizar estas fotografías.

El concepto del empoderamiento femenino proviene de una retórica existencialista que impone sobre la mujer la responsabilidad de obtener los espacios y derechos que el sistema patriarcal le ha negado. De hecho, la RAE define ‘empoderar' como: ‘hacer poderoso o fuerte a un individuo o grupo social desfavorecido'. Entonces, en una muestra fotográfica de mujeres ‘empoderadas': ¿Las mujeres están empoderadas porque han logrado hacerse un espacio en ambientes dominados por hombres o porque un hombre con su cámara las ha validado?

Si la respuesta es la incidencia de mujeres en carreras dominadas por hombres, se afirma que la paridad de género es responsabilidad exclusiva de la mujer, pues infiere que las labores históricamente relegadas al género femenino no son válidas y es, por lo tanto, responsabilidad de ella ‘superarse' a sí misma para poder ser valorada. También, este falso paradigma obvia los factores socioculturales por los cuales las mujeres de escasos recursos, con discapacidades, de contextos rurales, LGBTIQ+ y/o racializadas, no pueden ejercer profesiones dominadas por el género masculino. Consecuentemente, decir que las mujeres se hacen fuertes por hacer tareas del rol del género masculino es afirmar que todo lo asociado a ‘lo femenino' es débil.

Si el empoderamiento de las mujeres de esta exhibición viene desde la validación masculina, por medio de su obra artística, se está perpetuando el canon misógino de la historia del arte, donde el genio ‘masculino' retrataba a la musa. La selección de un hombre para desarrollar el tema del empoderamiento femenino recae en retratar a la mujer como objeto y no como creadora de la obra. Esto se debe a que un hombre, al gozar de los privilegios que le otorga el sistema patriarcal, no podría contar verazmente la historia de una mujer que ha logrado ocupar un espacio dentro de una profesión dominada por hombres.

En Panamá viven y trabajan fotógrafas aptas para realizar esta exhibición. Ellas como artistas experimentan la discriminación dentro de una disciplina dominada por hombres. Son precisamente las mujeres uno de los grupos sociales históricamente discriminados en las artes: con menor representación en las salas de exhibición, menores salarios y constantemente presas de la tokenización —fenómeno por el cual una minoría es amenazada al ser exotizada por el grupo social dominante, facilitando su estereotipificación—. Por consiguiente, la alcaldía, como institución pública, debe tomar oportunidades como esta muestra para permitirle a las mujeres ser las creadoras y narradoras de sus historias, pues sólo contando nuestras historias podemos tomar poder sobre nuestra existencia.

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