• 18/09/2019 06:30

La fiesta de Navidad en la ciudad enferma

“[...] señor alcalde, no es suficiente con una fiesta, [...]. Los panameños esperamos que tome las medidas oportunas para que nuestra vida urbana sea saludable y podamos celebrar con paz y alegría la Navidad”

Nuestro alcalde capitalino defiende la contratación directa a una empresa de espectáculos para organizar el tradicional desfile de Navidad a un costo cercano a los cuatro millones de balboas. Entre sus argumentos esgrime que el presupuesto que se destinó para este año es menor que el del año anterior. No me cabe duda de que la Navidad es una época de amor y paz, y que este tipo de actividades son necesarias para el esparcimiento de los miles de panameños. Pero los capitalinos no solo queremos un desfile de cuatro millones de balboas, aunque cueste menos que el año pasado. Queremos vivir en una ciudad saludable, donde todos los días celebremos nuestro entorno, y no en una ciudad enferma, en la que estamos en riesgo y padecemos a diario. Veamos a continuación algunos factores que hacen de la nuestra, una ciudad enferma.

En nuestra ciudad, el crecimiento urbano ha sido anárquico, desordenado y sin planificación alguna. Existe un auge desordenado de construcciones desproporcionadamente inmensas para los barrios donde están ubicándose, afectando nuestra movilidad, el aire que respiramos, provocando tranques vehiculares, inundaciones, y generando estrés y accidentes. Todo con la anuencia de nuestras autoridades. Así, no es posible disfrutar de una vida urbana saludable.

Sobre los espacios saludables, trate usted de llegar a un parque, tiene que salir de su oficina o de su casa, dispuesto a pasar una hora en el “tranque”, estresándose, enfermándose y sufriendo toda clase de abusos e improperios por parte de la mayoría de los conductores...

¿Cuándo fue la última vez que paseamos por el parque Omar o la Calzada de Amador? ¿Hay otros parques cerca de nuestras casas? ¿Cuánto tiempo tardamos en llegar a nuestro trabajo todos los días? ¿Caminamos, lo hacemos en bicicleta, en nuestro carro, en el ineficiente sistema de transporte que padecemos? Es probable que la mayoría de los que vivimos en la ciudad de Panamá, excepción de unos pocos corregimientos privilegiados, demos respuestas desalentadoras a estas preguntas.

El proyecto de recuperación de las playas de la bahía de Panamá, requerirá del saneamiento previo de la bahía. Y, aun así, debe repensarse detenidamente. Hay que evaluar antes si la ciudadanía estará dispuesta a bañarse en la bahía los fines de semana, como lo hacía en 1920. Además, los costos son elevadísimos (120 millones de balboas).

Al final, renunciamos a la posibilidad de disfrutar de una vida urbana saludable, y nos conformamos con los centros comerciales, donde perdemos nuestra identidad, vemos una película mala, pues aquí solo nos exhiben películas de monstruos imposibles, superhéroes o muñequitos. También practicamos el consumismo desenfrenado y nos alimentamos de comida chatarra que contribuye a enfermarnos más aún…

La mayoría de nuestra población sufre diariamente el pésimo servicio de transporte público. El Metro y Metrobús son insuficientes y la gente se ve obligada a arriesgar su vida en los busitos piratas, diablos rojos (que todavía pululan) y taxis, cuyos conductores, con la anuencia y venia de las autoridades, abusan de las tarifas, o sencillamente “no van para allá”. Al final, llegar a la casa toma entre dos y tres horas, dependiendo de dónde viva usted. Y al llegar, lo esperan las labores domésticas. ¿Cuándo descansan o duermen los usuarios de nuestro transporte público?

Y qué decir de la basura. Esta se acumula en las barriadas porque padecemos un deficiente servicio de recolección, a lo que se suma que los ciudadanos no tenemos conciencia, botamos de todo en las calles y en los cauces de quebradas y ríos, lo cual empeora con la llegada de las lluvias, haciendo frecuentes las inundaciones por el acumulo de desperdicios en los cauces de nuestros ríos, y convirtiendo nuestras playas y manglares en depósitos de desechos como botellas de plástico y hasta restos de electrodomésticos y colchones.

Como si esto fuera poco, aunque las estadísticas del Ministerio de Seguridad tratan de convencernos de que “solo es una percepción” y han disminuido los hechos delictivos, la mayoría de los ciudadanos nos sentimos inseguros y hasta nos da miedo salir a la calle, pues mantenemos altas cifras de violencia general, doméstica y en especial contra las mujeres, el número de pandillas es elevado y no son raros los secuestros y asaltos a los bancos, en algunos casos asociados a homicidios. Entonces señor alcalde, no es suficiente con una fiesta, aunque cueste menos que la del año pasado. Los panameños esperamos que tome las medidas oportunas para que nuestra vida urbana sea saludable y podamos celebrar con paz y alegría la Navidad.

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