• 12/11/2019 00:00

Panamá exige investigar a Varela

“Panamá, [...], debe salir airosa. Cuando las crisis son profundas, como dicen los chinos, las oportunidades se multiplican”

Lo que se ha visto de los llamados VarelaLeaks es en extremo preocupante. Al margen de quién haya interceptado los mensajes del celular del expresidente Varela, lo cual es una ilegalidad, se deben examinar las grandes confesiones que, desde allí, el país ha conocido hechas y confirmadas por el exmandatario.

Su relación con la procuradora Porcell ha resultado dañina. Además de estar pendientes de los casos que a él le interesaban, el presidente le consultaba sobre cómo manejar las relaciones exteriores, al margen de su canciller y vicepresidenta. Varela compartía con ella su aversión por los medios de comunicación que le adversaban con noticias que no eran favorables a su gestión y ella aplaudía eso: le daba consejos.

Por otro lado, Varela además hasta le reclamó al administrador del Canal de Panamá, Jorge Luis Quijano, cuando en declaraciones a los periodistas expresó que lo del tren chino le parecía que no era rentable. Hubo días en que los chats entre uno y otro superaron los 200. Hubo casos, como el de los edificios de Playa Bonita de Herman Bern, el caso del Estudio de Impacto Ambiental que le quitó MiAmbiente al empresario español venezolano Carlos Sultán o las denuncias interpuestas contra el puerto de Rodman de sus amigos Liberman, en que Varela metió sus manos hasta más no poder.

Al expresidente, al margen de esa extraña relación con un funcionario que se suponía debía actuar independientemente, ha incurrido en varios posibles delitos:

• Extralimitación de funciones, porque tomaba acciones como tratar de controlar a la Corte Suprema para evitar un fallo a favor de Martinelli y otras personas. De inmiscuirse en casos de amigos suyos, como el del Puerto de PSA, de su amigo Liberman, que se tramitaba una querella por la posible ilegalidad de esa licitación. Gestionar al pago de cuentas a empresas vinculadas a él, casos de la que vendía los buses Bering. O pedir liberaran cuentas bancarias de alguien que le había servido como embajador en Italia, Fernando Berguido.

• Tráfico de influencias, como cuando llamó al gerente general del Banco Nacional de Panamá, Rolando de León, para pedirle que intercediera por un préstamo para la hermana de la procuradora Porcell, a pesar de tener un mal historial de crédito. Aprovecharse de su posición para que empresarios chinos adquiriesen productos de sus empresas licoreras.

• Peculado, al pedirle al contralor Humbert, y lograr que de fondos públicos se cancelaran encuestas de opinión solicitadas por el Partido Panameñista, que no era ninguna entidad del Estado.

• Obstrucción de la justicia, cuando sirvió de intermediario con su compadre André Ravello, representante en Panamá de Odebrecht, para encontrar mecanismos con la procuraduría para que se redactara un acuerdo de pena no tan severo. Igualmente, tal como se señaló en su oportunidad, Varela hizo todo lo posible por dilatar las solicitudes de asistencias judiciales que los fiscales de Brasil hacían a sus contrapartes panameñas; todo a petición de su amigo Ravello.

• Pero, para mí lo más importante, es el posible delito de traición a la Patria, de comprobarse que el expresidente Varela, desde que ejercía el cargo de primer mandatario del país, se había constituido en agente de un Gobierno extranjero, la República Popular China. La tormenta de la divulgación de sus chats lo agarró en China, donde tuiteó que próximamente el mayor banco de China abriría oficinas en Panamá.

Para lograr una investigación seria y alejada de toda duda, se requiere la inmediata renuncia de la procuradora Porcell, a quien le faltan un poco más de cinco años en el cargo y del contralor Humbert, a quien le queda un mes allí.

Panamá, en este nuevo torbellino, debe salir airosa. Cuando las crisis son profundas, como dicen los chinos, las oportunidades se multiplican. En nuestras manos está el limpiar por completo nuestra casa. Aprovechemos el momento.

Abogado
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