• 16/11/2019 11:13

¿Nuestro Canal?...

"¿Había que hacer la Ampliación? ​Por supuesto, pero había que poner el beneficio del país por delante"

Como miembro de la SPIA, mantengo comunicación continua con muchos de mis colegas agremiados. Tenemos grupos en redes sociales en los cuales argumentamos, debatimos y opinamos sobre una inmensa variedad de temas, entre los cuales nunca falta la actualidad nacional y, por supuesto, las obras de construcción en Panamá.

Recientemente tuvimos un debate con respecto a la ampliación del Canal de Panamá. Había opiniones divididas, así que un colega de mucha experiencia sugirió que investigáramos la información que teníamos, y que la sustentáramos con pruebas para determinar con argumentos válidos qué opinión era correcta, y cuál era errónea. Nada como la experiencia.

Dispuesto a validar mi opinión, inicié mi búsqueda. Aclaro, amigo lector, que mi humilde opinión era que la ampliación se había llevado a cabo de mala manera, que se cometieron muchos errores, y que lo peor fue que se trató de manejar la información para que los “dueños del Canal”, o sea los panameños, no nos enterásemos. El grupo en disputa decía que se había hecho todo muy bien.

Confieso que al procesar el asunto en que me había metido de manera voluntaria, pensé que sería muy difícil, y que quizás había mordido más de lo que podía tragar. En lo segundo, estaba en lo correcto. El tema es muy extenso. En lo primero me equivoqué. Fue muy fácil encontrar información respecto a la ampliación del Canal de Panamá.

A pesar de que por el 2006 se hablaba de una licitación que sería un ejemplo de transparencia, no bien se había publicado la adjudicación de la obra al Consorcio Sacyr Vallehermoso, empezaron las críticas y las advertencias por parte tanto de reconocidos profesionales, locales y extranjeros, como por los mismos consorcios que participaron de la licitación, pero no resultaron ganadores.

Inicialmente, esto sonaría a una pataleta de mal perdedor, pero una vez que investigamos un poco nos damos cuenta de que no lo es. Para empezar tenemos las cifras. Los números son muy claros, por eso me gustan. Las palabras pueden ser intencionadas y sugerentes, llevándonos de la mano a una conclusión lejana a la realidad.

Participaron tres consorcios en la licitación de la Ampliación del Canal de Panamá: el Consorcio Grupo Unidos por el Canal (GUPC), liderado por Sacyr Vallehermoso; el Consorcio Bechtel-Mitsubishi Corporation y Taisei Corporation (Bechtel); y el Consorcio Canal (ACS), saliendo victorioso GUPC.

Según el diario El Economista de España, en publicación del 09/07/2009, la comisión evaluadora otorgó a GUPC 4088.5 puntos, a ACS 3973.5 puntos, y a Bechtel 3789.5 puntos. Aparte de esto, la oferta de GUPC fue la más económica con $3118 millones, seguida por Bechtel con $4185 millones, y ACS con $5981 millones.

Así, con el mayor puntaje y la menor oferta, GUPC se hacía con el proyecto. Todo muy bonito, y “en beneficio del país”, ¿o no?...

Mirando las cosas con la ventaja que da conocer la historia y haber visto el resultado del proyecto, es fácil señalar los errores. Pero es que en realidad los errores los señalaron por allá por el 2009, antes de que sucedieran. ¿Por qué hubo “pitonisos” que adivinaron el futuro? Más allá, ¿por qué los directivos no les hicieron caso?

El 14/07/2009 se publicaba en La Estrella de Panamá el artículo “Consorcio ganador genera inquietudes”, y en el mismo se advierte que la deuda de Sacyr Vallehermoso ascendía a los $18 820 millones para ese año.

Además, se informa de la decisión que emite el Parlamento Italiano en 1997 en contra de Impregilo (Sacyr) y determina “irracionalidad y obsolescencia de la plataforma constructiva además de escasa calidad de materiales empleados”... en una obra que realizaron.

Comienza a ponerse familiar el asunto...

Si a eso le añadimos el hecho evidente de que GUPC presentó su propuesta con un monto de $363 millones por debajo del monto estimado por los expertos de ACP, y más de $1000 millones menos que la oferta más cercana, ya eso no estaría considerado como “ahorro” en el proyecto, por el contrario, se consideraría “riesgosidad” y normalmente es causal de descalificación, pero acá no pasó nada, literalmente.

No hay que ser ni financista ni ingeniero ni siquiera inteligente para ver que algo no iba bien. Pero continuemos.

El diario local Panamá América publicó el 09/01/2014 el artículo “ACP ignoró las advertencias contra la propuesta de GUPC”, en el que se detallan las cartas que enviaron el Consorcio Bechtel (28/07/2009) y ACS (06/08/2009), advirtiendo, entre otras cosas, que no entendían si GUPC había ofertado más concreto, y más acero en su propuesta, teniendo casi los mismos suplidores los tres consorcios, cómo era posible que su oferta estuviera tan por debajo de las que ellos hicieron. Mencionan también que puede haber un problema conceptual con las compuertas de las nuevas esclusas propuestas por GUPC, y que por consiguiente, en caso de un sismo, “no serán capaces de aguantar el lago Gatún...”. “La autoridad del Canal de Panamá (ACP) fue advertida desde 2009 de que la propuesta hecha por Grupo Unidos por el Canal (GUPC) no solo tenía problemas financieros, sino también técnicos...”, agrega el artículo.

Con toda esta correspondencia e información, era imperativo, al menos, revisar los puntos que se mencionaban. Sin embargo, la directiva del Canal no solo desatendió las advertencias, sino que incluso llegó a calificar de “intento de extorsión” parte de las mismas. Qué suerte que teníamos a esos genios y figuras velando por el “Canal de todos”, ¿no?...

Incluso después de que empezó a conocerse la información de los problemas que había con las filtraciones en el concreto que debía durar 100 años, en vez de abrirse al país y decir la verdad, optaron por prohibir la divulgación de la información, y no decirle nada al país, como si se pudiera tapar el sol con un dedo, o en este caso, una filtración con un chicle.

Al final, la historia nos diría varias verdades. La primera es que los que estimaron los costos por parte de ACP llegaron detrás de la ambulancia. La segunda es que el Consorcio Canal (ACS) sí sabía estimar, pues se acercaron mucho a los $5450 millones aproximados que terminó costándonos la decisión de la directiva. La tercera, el Canal no es de todos, es de los que deciden a puerta cerrada qué hacer, y luego qué decirle al país, sin que estas dos cosas sean necesariamente lo mismo.

A pesar de que las estimaciones de negocio, y las necesidades de agua calculadas no se están cumpliendo, ambas administraciones encargadas ya se han retirado, y con honores de héroes.

¿Había que hacer la Ampliación? Por supuesto, pero había que poner el beneficio del país por delante.

Ahora toca ver cómo ya no hay casi agua suficiente para asegurar el funcionamiento de la obra, y tocará invertir en más reservorios que, o no se contemplaron, o no se quisieron hacer en el momento, por las razones que sea.

Quizás vuelva a licitar GUPC, cosa que no sería de extrañar, luego que hemos visto politizarse la primera empresa del país, haciendo nombramientos tan escandalosos como faltos de méritos en su directiva.

Dios nos guíe.

Ingeniero civil, miembro de SPIA-Coici, Seccional de Azuero, inspector de la JTIA.
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