• 21/01/2020 00:00

Autonomía, independencia y neutralidad

'Los Estados Unidos parecen destinados por la providencia para plagar la América de miseria a nombre de la libertad'

En el largo, tortuoso, peligroso y doloroso camino por alcanzar la soberanía total, la independencia nacional y la real y verdadera autodeterminación, la hoy República de Panamá, ha tenido que transitar por el autonomismo y la independencia mediatizada. Propongo como tarea política de esta hora y época, como Proyecto País, la lucha por lograr la neutralidad total del territorio nacional.

De manera que en el siglo decimonono, “ligar el desarrollo de un capital mercantil propio a la posición geográfica privilegiada (Istmo de Panamá) constituyó el proyecto económico de los sectores económicos (burguesía comercial transitista) en ascenso. Se puede afirmar que la lógica consecuencia política era la reivindicación de la autonomía en el horizonte de la independencia”. Eh allí, la contradicción fundamental entre la burguesía comercial istmeña, mayoritariamente liberal y el centralismo autoritario y conservador neogranadino.

No obstante, para comprender mejor la “dialéctica del desarrollo de la nación panameña” es imprescindible despejar algunas dudadas y señalar hechos históricos que marcaron el camino de nuestra liberación nacional. Lo primero es que jamás el istmo de Panamá perteneció a Nueva Granada, después Estados Unidos de Colombia y finalmente República de Colombia. Hace apenas 3.5 millones de años, el istmo emergió, separó los océanos Atlántico y Pacífico, selló el bloque del continente Suramericano constituido hace más de 150 millones de años y al cual pertenece Colombia. Por otro lado, Panamá perteneció —en el periodo colonial hasta bien cercana la independencia— al Virreinato de Castilla de Oro y finalmente el Istmo de Panamá como Estado independiente se unió al proyecto bolivariano (el imaginario político de la Gran Colombia) en los mismos términos que lo hizo Nueva Granada (Colombia), Venezuela y Ecuador.

Cuando se deshizo la “Gran Colombia”, la debilidad istmeña nos sometió al yugo neogranadino. De manera que es un absurdo histórico la leyenda colombiana de que los Estados Unidos “desmembró” a Panamá de Colombia. Desmembramiento fue Texas, California, entre otros territorios Mexicanos arrancados mediante la violencia por Estados Unidos. ¿Quién entregó el Istmo de Panamá a la codicia de los norteamericanos e hipotecó la soberanía panameña? Precisamente, el neogranadino Tomás Cipriano Ignacio Maria Mosquera Figueroa y Arboleda Salazar, a través de la promoción del Tratado Mallarino-Bidlack de 1846, que en su cláusula XXXV establecía que “los Estados Unidos garantizan positiva y eficazmente a la Nueva Granada por la presente estipulación, la perfecta neutralidad del ya mencionado istmo, con la mira de que en ningún tiempo, existiendo este tratado, sea interrumpido ni embarazado el libre tránsito de uno a otro mar, y por consiguiente garantizan de la misma manera los derechos de soberanía y propiedad que la Nueva Granada tiene y posee sobre dicho territorio”. En el periodo comprendido entre la firma del ignominioso tratado y la independencia de Panamá de 1903 se produjeron más de 50 intervenciones de los Estados Unidos de América, al istmo.

¿Sobre qué fundamento del Derecho Internacional, Nueva Granada era propietaria del istmo de Panamá? Ninguno. Ya no solo teníamos los istmeños la coyunda neogranadina sino que a ésta se añadía la sevicia y codicia del gringo borracho, patán e intervencionista. De allí que las gestas autonomistas de 1830, 1831, 1840 y 1855, constituyeron por antonomasia los prolegómenos de la independencia de 1903, ciertamente mediatizada por el “Norte revuelto y brutal”. ¡Así de sencilla es la cosa!

Abogado y analista político
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