• 22/01/2020 00:00

Sincerando el debate sobre la seguridad social

He asistido a lo largo de toda mi vida profesional a la reiteración de la metodología utilizada para dar a conocer las decisiones pre-cocidas sobre la seguridad social.

He asistido a lo largo de toda mi vida profesional a la reiteración de la metodología utilizada para dar a conocer las decisiones pre-cocidas sobre la seguridad social. Cito un término que no es mío sino el que fue utilizado por los Bush y sus pentagonistas para tomar decisiones en la esfera internacional: ellos le llamaron a esa técnica “shock y pavor”.

Este tipo de comunicación pretende la disuasión de la resistencia mediante la escenificación de la catástrofe. En ese sentido toda administración inicia su periodo augurando quiebras y promocionando las llamadas medidas paramétricas que aluden a cuotas y edad de retiro, por supuesto, siempre argumentado la necesidad de adicionar cargas al jumento.

Se sustentan estas medidas paramétricas para salvar la Caja pero ese salvataje incluye el sacrifico de la reducción de servicios de salud, Es como el bote de náufragos cuya salvación consiste en tirar los sobrevivientes al mar.

Surge ahora la pregunta: ¿solo medidas paramétricas son posibles? La población debe aprender a examinar y entender la crisis observando al interior de la institución de seguridad social a través de dos ventanas de las tres que tiene: el seguro de salud y el seguro de retiro, más adelante nos referiremos a la tercera ventana.

La primera ventana que examinaremos es el seguro de salud: Es cierto que el seguro de salud está en crisis permanente debido la agresión externa de los proveedores, quienes no están sujetos a restricciones y que la falta de normativa restrictiva actual torna casi obligante adquirir insumos con precios cartelizados; además desde adentro hay trabajo a desgano para justificar y propiciar la tercerización a servicios externos proporcionados por los mismos que los niegan dentro de la institución.

La solución para los precios cartelizados es dotar a la institución de poder de compra autónoma bajo la sombrilla de un Estado que interviene legítimamente en la economía.

La solución para el trabajo a desgano es la contratación de funcionarios en dos rangos: funcionarios de tiempo completo y dedicación exclusiva (con estimulo salarial diferenciado) y, por otra parte, la contratación a tiempo parcial (por horas de servicio) de aquellos funcionarios que quieran retener su vinculación con la práctica privada. Los cargos de mando de los departamentos deben ser ejercidos solo por los funcionarios de dedicación exclusiva.

Me podrían acusar de maximalista pero la situación actual no da para más: Es lógico que las autoridades circunstanciales y empresarios que controlan el Estado se opongan a estos criterios pero ofrezco esta salida como recurso para quien quiera gobernar con justicia o en su defecto como madera para la hoguera del reclamo popular.

La segunda ventana por la cual nos asomamos a la crisis es la del sistema de retiro. En él mismo se propone bajar los porcentajes de retiro y se abanica una mirada colectiva acusadora en la cual el pensionado es considerado una carga.

En los países altamente industrializados, como en el Japón, el retirado con una pensión digna es considerado un motor del consumo de esparcimiento que permite que la economía requiera nuevos empleos y esto genera aumento de los cotizantes.

La tercera ventana, que pocos descubren y menos mencionan, es el Seguro de inversión de los caudales recogidos. Ellos se guardan actualmente a un interés ínfimo en el Banco Nacional con un retorno muy por debajo del interés que ofrece la banca comercial. ¿Qué hará el Banco Nacional con esos caudales? Ni lo sé ni especulo, pero la Caja es financieramente como un burro amarrado por su extremidades para que no compita con la banca privada.

En este momento del hilo narrativo es preciso recordar que la existencia de la caja mutua de los oficios predominó en el tejido social europeo desde la Edad Media hasta que Bismarck las fundió en un solo ente para aprovechar las reservas para financiar la industrialización de Prusia que devino entonces en el moderno estado alemán.

La cita anterior es apropiada para marcar al lector la idea de que nunca, ni aun después de una guerra perdida, una seguridad social quiebra. En cuanto comienzan las labores de producción y reconstrucción renace la seguridad social. Miente quien afirma una posible quiebra de una institución de seguridad social en cualquier parte del mundo, eso no ha sucedido ni sucederá.

Lo recomendable es que se eliminen las restricciones de la Caja para invertir cual un banco en operaciones rentables, tales como: Canal; ferrocarriles; metros; viviendas dignas construidas con responsabilidad para ciudadanos dignos y no de segunda clase. Esta última misión de inversión es la parte central del pastel, la cual no se menciona. Si la norma permitiera que el Seguro Social tuviera su propio banco, el mismo sería el pilar central de la economía.

Exceptuando la alusión al tercer pilar concebido por Bismarck es necesario remitir al lector al funcionamiento del sistema sanitario de Inglaterra propuesto por el conservador William Beveridge y puesto en vigor por el laborista Clement Atlee, el cual en un solo Sistema Nacional de Salud proporciona a los ciudadanos atención integral pública de interés social y de afiliación obligatoria y mayoritariamente gratuita para todos los ciudadanos. Es tan eficaz y eficiente que los ciudadanos ingleses han impedido que la ola privatizadora clave sus garra en él.

En lo referente al seguro de inversión debo referirme al seguro social de los ciudadanos israelíes que torna obligante para todas las empresas la coinversión del seguro social de ese país. ¿Vas a producir envases de aceitunas para exportación? pues tomarás obligadamente la coinversión del seguro social; ¿vas a producir ametralladoras? igualmente tomarás la coinversión del seguro social; ¿Vas a producir aviones? También recibirás dicha coinversión. No apruebo las políticas regionales de ese país, pero es sabido que sus ciudadanos no hacen negocios para perder dinero y su seguro social se nutre de la propia vida productiva de ese país.

Termino este intervención reivindicando en lo personal la obligación de introducirme en este debate que ha consumido gran parte de los escritos que he dedicado a la opinión pública, además de los escritos internacionalistas con los cuales suelo abrumar a los lectores. Este es un debate que tendrá rango constitucional pero no el impuesto desde arriba sino el producto de las exigencias populares.

Saludos y ampliemos el debate que esta vez no nos ganarán.

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