• 15/02/2020 04:00

Nuevos tontos de capirote y élites empresariales

En 1990, pleno momento en que sufríamos la ocupación por parte de las tropas de EUA, tuvimos la oportunidad de disfrutar de una de las piezas de disertación histórico políticas más brillantes por su contenido ilustrador, del doctor Juan Materno Vásquez, efectuado en el paraninfo de la Universidad de Panamá, que a la postre era uno de las pocos recintos que se atrevía a retar al pensamiento único acrítico y anticientífico que en buena medida nos han impuesto las élites del poder que han dominado nuestro país.

En 1990, pleno momento en que sufríamos la ocupación por parte de las tropas de EUA, tuvimos la oportunidad de disfrutar de una de las piezas de disertación histórico políticas más brillantes por su contenido ilustrador, del doctor Juan Materno Vásquez, efectuado en el paraninfo de la Universidad de Panamá, que a la postre era uno de las pocos recintos que se atrevía a retar al pensamiento único acrítico y anticientífico que en buena medida nos han impuesto las élites del poder que han dominado nuestro país.

El doctor Vásquez abordó el tema relativo a la historia de los manejos turbios y escandalosos que han llevado a cabo los miembros de las familias que se han repartido el poder y por tanto el país, a nombre del desarrollo nacional y a costa de la pobreza de las mayorías. Se trata de las familias, cuyos hijos(as) y nietos(as) se han venido casando uno(as) con otros(as), comúnmente conocidas como la oligarquía panameña, miembros del círculo más exclusivo del Club Unión.

Estas familias, nos compartía don Materno, siempre han actuado considerando al pueblo como los grandes “Tontos de capirote” —es decir, aquellos que son objeto de burla por sus comportamientos bobos o ingenuos— en virtud de que los grandes atracos al erario desde que ellos forzaron la formación de la República en 1903, han sido frecuentemente hechos no solo en contra del pueblo, sino que este, salvo excepciones, no objetaba mayormente las acciones tomadas por estos clanes de desalmados. En realidad, esto se hacía posible gracias al bajo nivel de instrucción escolar y educación de la población; lo mismo que por su nivel generalizado de pobreza, que en muchos casos los sometía a la dependencia de estas familias a través de los nefastos mecanismos clientelistas introducidos a la vida política desde los tiempos del torneo electoral que convierte a Rodolfo Chiari en el presidente de la República (1924).

Hoy, sus hijas(os) y nietos(as) no se han percatado de que la población ya no está caracterizada por su aislamiento de las redes de información, de la instrucción escolar más que básica y con una masa crítica de profesionales con identidad de su origen popular, como la de algunas organizaciones gremiales y sindicales nacionales.

Basados en esta premisa de sus padres y abuelos, las élites empresariales de este siglo XXI, actúan como actuaban ellos. A tal punto que se atreven a plantear desfachateces como las anunciadas por la Cámara de Comercio Industrias y Agricultura (CCIA), de demandar que se abra el sistema productivo panameño a la entrada expedita de técnicos y profesionales extranjeros, con el cuento baladí de que la nuestra está atrasada en conocimientos y destrezas que fomentarían el ascenso de nuestra economía al primer mundo. Como si la activación de la economía dependiera más de la desnacionalización de la mano de obra que de la inversión de sus capitales atesorados.

En este sentido, una serie de organizaciones gremiales y profesionales, como la Comisión Médica Negociadora Nacional (Comenenal) hizo público su repudio a los recientes planteamientos de la CCIA, haciendo alusión a sus propias experiencias en el sistema de atención médica, argumentando que es falso, como lo afirma temerariamente el mencionado gremio de empresarios, que el ingreso de profesionales extranjeros mejora la condición del nacional. Por lo atinado, traigo a esta página el argumento de la Comenenal, que nos afirma que:

• “Históricamente en los últimos 30 años, la empresa privada cabildeó e impulsó la entrada masiva de extranjeros simplemente para deprimir los salarios de mano de obra no cualificada y así maximizar las ganancias.

• El Gobierno de Martín Torrijos y su ministro de Salud, Camilo Alaine, pretendió en 2007 la traída masiva de profesionales de la salud, entre ellos de República Dominicana.

• El Gobierno de Martinelli, su director general de la CSS, Sáez Llorens y el subdirector Marlon de Sousa y sus ministros de Salud, (…) destituyeron a más de 600 médicos con el único pecado de estar en edad de jubilación. Pretendían traer de R. Dominicana más de 2400 profesionales de la salud. La apuesta era deprimir los salarios en el sector salud para privatizar los hospitales públicos y obtener máximas ganancias. Más claro, se daña.

Señores de la nueva oligarquía panameña, ya no somos los tontos de capirote; probablemente ustedes están más cerca de serlo, al creer que aún lo somos.

Sociólogo y docente universitario.
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