• 13/07/2020 00:00

Para después de la pandemia

Muchos, desde sus butacas en la casa, creían que el mundo iba creciendo hacia mejores derroteros y resulta que no es así. La pandemia ha dejado en evidencia que los retos son inconmensurables para la mayoría de los seres humanos.

Muchos, desde sus butacas en la casa, creían que el mundo iba creciendo hacia mejores derroteros y resulta que no es así. La pandemia ha dejado en evidencia que los retos son inconmensurables para la mayoría de los seres humanos.

Aquí en Panamá, modelado desde otras esferas, el sistema educativo comenzó a valorar más la preparación técnica que la humanística, con el pretexto de la necesidad de mejores profesionales en las áreas técnicas. Ese argumento también les sirvió a los Gobiernos con sus metas de faraónicas obras de cemento para justificarse, supuestamente comprometidos con las responsabilidades de crecimiento y desarrollo de la nación.

Una de las tres definiciones que da el Diccionario de la Real Academia Española (DRAE) sobre humanismo es: “Doctrina o actitud vital basada en una concepción integradora de los valores humanos”. El DRAE define tecnócrata como: “Técnico o persona especializada en alguna materia de economía, administración, etc., que ejerce su cargo público con tendencia a hallar soluciones eficaces por encima de otras consideraciones ideológicas o políticas”.

Siempre he sugerido que para redirigir los destinos de la Nación los Gobiernos deben estar -fundamentalmente- conformados por humanistas, y los tecnócratas, ciudadanos bien preparados y de positiva disposición para servir al país; que trabajen a la par de los humanistas o tal vez al servicio de la visión de estos, en aras de procurar un mejor balance social.

La pandemia mundial por la COVID-19 ha dejado en evidencia las graves y dolorosas desventajas de un proceso gubernamental administrativo conducido por tecnócratas, asesorados por las instituciones financieras internacionales. Es cierto que este Gobierno encontró retos desconocidos y su gestión ha sido vacilante y cuestionable, pero también me refiero a todos los Gobiernos que debieron haber hecho más durante sus gestiones, para que este nuevo Gobierno pudiera anclarse en un sistema sanitario y de apoyo social bien preparado.

A cuatro meses de iniciado este evento sanitario que ha costado la vida a más de 850 panameños, continua como una amenaza letal a más de 20 mil y que cada 24 horas aparecen entre 900 y 1000 casos aproximadamente, en gran medida privan las consideraciones económicas por encima de las humanas. El problema social en todos los niveles (salud, educación, seguridad, pobreza, desempleo, corrupción, justicia, etc.) está seriamente comprometido y las posibilidades de establecer programas que atiendan los retos que ya ha dejado la pandemia están por discutirse.

Creo que los meses de cuarentena, las fallas del Estado en resolver la seguridad de la población en materia de salud, comida, protección sanitaria, ajustes temporales en los procesos educativos a falta de no suspender por completo el año lectivo, el juegavivo y la corrupción que aflora indistintamente de los tiempos difíciles, son indicadores de lo grave que estamos y del trabajo que queda por hacer para que las generaciones que están preparándose en medio de este reto, puedan, dentro de unos 20 años, ser mejores que la generación que hoy gobierna.

Si conjugáramos estas planificaciones con el concurso de los humanistas, gente que mira al ser humano, sus desventajas y sus posibilidades, la puerta de desarrollo y la creación de espacios para las transformaciones sociales, serían atendidas de otra manera y con la seriedad que corresponde.

Hay muchas personas que ya hablan sobre la pandemia como un asunto que pasó, apuradas, mientras aún continúan muriendo cientos de miles de personas alrededor del mundo. Las empresas han apurado sus equipos de trabajo para planificar y calcular ventajas y desventajas para ganar espacios en una era que aún no se define. Igual pasa con los países. Proyectos, inversiones en sistemas virtuales y tecnología que permite darle la vuelta rápidamente a cualquier amenaza a los negocios, si vuelve a ocurrir algo similar.

Pero aquí, la falta de justicia y la corrupción no pintan bien y poca esperanza para que mejore. Los que toman decisiones parecen no entender que una cosa está ligada a la otra. Las faltas de protección y seguridad que ha destapado la pandemia empeoran el horizonte. Más que la construcción de cosas -infraestructura de concreto y hierros- el tema del desarrollo humano a través de la educación y la cultura será significativamente más importante para la continuidad y mejoramiento de nuestra sociedad. Este es el momento para enfocarnos en el bienestar de los seres humanos para el tiempo pos-COVID-19.

Comunicador social.
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