• 30/07/2020 00:00

Impulso al agro

“El despegue del agro es urgente, no solo por los campesinos y productores, sino por la imperiosa necesidad de detener y comenzar a bajar la presión que ejerce sobre la zona metropolitana, la descontrolada migración con todas sus secuelas”

La crisis del agro panameño es producto de una multiplicidad de circunstancias económicas, ambientales, culturales y factores externos que se suman a la ausencia de objetivos y políticas públicas acordes con estos. El “negocio agrario”, salvo algunas excepciones, es de mera subsistencia y los productores necesitan subsidios para asegurar una utilidad mínima. Aun cuando cerca del 40 % de la población económicamente activa vive en las áreas rurales del país, el aporte del sector agrícola al PIB escasamente llega al 3 %, en un vertiginoso declive de veinte años cuando aportaba cerca del 20 %, gracias a las exportaciones de banano y camarón.

No solo no existen políticas públicas claras y bien planificadas, sino que hay actitudes culturales que van en contra de la actividad. Tal es el caso de la poca o nula asociatividad o cooperación empresarial entre propietarios de tierras del campo. Por el contrario, existe una cultura de egoísmo y recelo que anula el aprovechamiento de una herramienta fundamental para que los productores, en su inmensa mayoría pequeños, tengan acceso a recursos tecnológicos, alcancen competitividad y puedan enfrentar los retos y exigencias de los mercados internacionales y los altibajos de la economía.

Por otra parte, el financiamiento estatal ha sido todo, menos impulsor de una actividad seria y responsable, eso lo demuestra la morosidad de las carteras de crédito, los incumplimientos y las condonaciones politizadas.

El impulso del sector rural es urgente, pero demanda acciones inmediatas y políticas visionarias y estables, así como seguridad e inversión. Mucho más ahora, que la recuperación económica tras la pandemia de la COVID-19 impondrá la implementación de medidas audaces y novedosas en todos los campos, pero uno que exigirá un esfuerzo mayor es el agroindustrial, porque el aseguramiento de la alimentación será en el futuro uno de los objetivos estratégicos de cada país.

Otra debilidad es que nuestro “empresariado capitalino”, que cuenta con el recurso económico, ni conoce ni confía en el negocio agrícola. Siendo así, el reto del nuevo Gobierno es convencer al capital para que invierta en el agro, en la producción de alimento, con los recursos y sistemas que nos hagan ser competitivos, aprovechando las ventajas que tenemos.

Una opción viable, que además aprovecha la oferta financiera de nuestro sistema bancario, está en crear Empresas Mixtas, que identifiquen algún rubro de producción viable y desarrollen toda la cadena productiva, desde la siembra en la mejor tierra y con la mejor tecnología, hasta encontrar las cadenas de comercialización al mercado internacional del producto terminado. Pensemos solo como ejemplo en la piña, la empresa alquila la tierra, siembra con la mejor tecnología y produce piña que se transforma a piña envasada, en diferentes presentaciones, mermeladas, jugos y otros productos derivados, con un agresivo mercadeo y publicidad a nivel mundial.

Una entidad, con la participación de la banca oficial y privada, pondría los recursos iniciales y, en un plazo razonable, la empresa constituida iniciaría un proceso de traspaso gradual de las acciones de la empresa al sector privado. De esta forma el Estado recupera la inversión que puede dedicarse a otros emprendimientos similares en otras regiones y con otros rubros. Este mismo esquema puede aplicarse a la Cadena de Frío que, como negocio, debe ser una empresa colectiva de los productores y no del Estado.

Mientras el ser humano deba alimentarse, el comercio de la comida será atractivo y rentable, pero, como en todo negocio, se requieren tres factores: organización y logística; recursos económicos y materiales; y, ética empresarial.

El despegue del agro es urgente, no solo por los campesinos y productores, sino por la imperiosa necesidad de detener y comenzar a bajar la presión que ejerce sobre la zona metropolitana, la descontrolada migración con todas sus secuelas.

Pero, también con el desarrollo del agro, viene la posibilidad de crecimiento del turismo, que hoy está estancado por falta de personal idóneo, de insumos necesarios para la industria y ausencia de atractivos culturales, todos factores asociados a la migración.

Abogado
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