• 04/08/2020 00:00

Ironía cervantina

“El Maese Pedro se encarna en los mandatarios, diputados, jueces, fiscales y magistrados, ellos lo superan con el juegavivo y la corrupción”

En una venta (posada) se encuentran Don Quijote y Sancho con el retablo del famoso titiritero, el ya conocido pícaro y bellaco Ginés de Pasamonte, liberado antes por el caballero de la libertad en la aventura de los galeotes.

Maese Pedro llega vestido de gamuza, medias, greguescos y jubón, trae cubierto el ojo izquierdo con un parche de tafetán verde. Ginés o Pedro es el mismo que le hurtó a Sancho su asno en la Sierra Morena. El Maese Pedro es el mentor de los políticos panameños, los diputados son el mejor ejemplo.

Pedro es experto en mimetizarse, es un hábil jugador de manos, o sea, un ladrón de primera; habla más que seis y bebe más que doce; viene con él un mono de la más rara habilidad, que se expresa como el diablo, pues adivina las cosas pasadas y las del presente. El Quijote le comenta a Sancho que este mono tiene un concierto con el demonio.

El Maese Pedro, el tal “Ginesillo de Parapilla”, maneja los títeres y toca la música del retablo (teatrillo portátil para marionetas), en el cual representa la libertad de la hermosa Melisendra (hija de Carlomagno), cautiva de los moros, por su esposo Don Gaiferos. Ante Don Quijote y Sancho, el mono brinca al hombro de Maese Pedro y le susurra al oído palabras mágicas, inmediatamente el titiritero se arrodilla ante el Caballero de los leones y le reconoce como el justiciero que lucha a favor de los desdichados y a Don Sancho como el mejor escudero del mundo. Ellos se asombran ante la sabiduría del mono adivino y, a insistencia de Sancho, le preguntan por lo acontecido en La cueva de Montesinos, pues según el escudero todo es un embeleco, mentiras o por lo menos cosas soñadas. El mono contesta a través del Maese Pedro que algunas cosas sucedidas son falsas y otras verosímiles. De inmediato pasan a ver el drama de Melisendra en la huida de los moros.

Maese Pedro maneja con destreza las figuras de artificio. La leyenda representada se basa en crónicas francesas y romances españoles, pues trata del cautiverio de Melisendra por los moros y de los afanes de su esposo don Gaiferos por liberarla. Con la espada de Roldán llega al castillo de los árabes, la libera y huyen a galope hacia Francia.

Don Quijote, ante la magia escénica y el poder de las imágenes, cree todo lo que ve y siente el impulso de socorrer a los que huyen. La ficción una vez más se hace realidad e interviene en ella con la furia de una borrasca. El justiciero se levanta súbitamente de su silla, grita: “deteneos mal nacida canalla, conmigo es la batalla” y con la espada les entra a cuchilladas a las figurillas del retablo y las destruye con cólera.

Don Quijote culpa a los encantadores ante los lloriqueos del Maese Pedro que ve perdido los muñecos e insiste en que, a él, le pareció que lo allí ocurrido se daba al pie de la letra y solo quiso dar ayuda. Expresión que usa Ariel Barría en una de sus narraciones.

En el episodio burlesco es oportuno resaltar distintos refranes que pone Cervantes en boca de los personajes, tales como: “Llaneza, muchacho, que toda afectación es mala. De la prolijidad se suele engendrar el fastidio. Para sacar una verdad en limpio menester son muchas pruebas y repruebas. El tiempo, descubridor de todas las cosas, no se deja ninguna que no la saque a la luz del sol. El que lee mucho y anda mucho ve mucho y sabe mucho”.

El Quijote es una obra barroca y en ella Cervantes armoniza todos los recursos literarios. Incluye con acierto el teatro, la poesía, el ensayo, la narración, el intertexto y los epígrafes. La calle del espanto, Éxtasis y La Bitácora de la Fantasía de Sir Richard Brooks siguen el estilo de la literatura barroca. Sir Richard es uno de los escuderos cósmicos del Quijote y trae a Panamá al mismísimo Cervantes, luego de su presidio en Argel, todo está en Éxtasis y la Bitácora de la fantasía, debidamente documentado.

Los políticos criollos son mejores titiriteros que el Maese Pedro, son magos para delinquir, la mentira y el cinismo los caracteriza. Los políticos manipulan a los electores con sofismas, son expertos en la retórica del absurdo, el arte del engaño los define. Por eso Aristófanes siempre los confrontó burlescamente y Cervantes con ironía los desnuda sin piedad.

El Maese Pedro se encarna en los mandatarios, diputados, jueces, fiscales y magistrados, ellos lo superan con el juegavivo y la corrupción. La literatura siempre se actualiza. Por eso los impostores prohíben la lectura del Quijote cervantino, como ocurre en Panamá.

Recomiendo La magia del Quijote de Ricardo Arturo Ríos Torres e Isolda De León. Cervantes hace el escrutinio de la obra y la avala.

Dedicado a Emma Gómez, dama quijotesca.
Historiador, docente y escritor.
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