• 07/08/2020 00:00

¿Demasiada gente?... una opinión

Al inicio de las protestas, en virtud del impacto económico por la crisis sanitaria, en varios noticieros aparecieron mujeres jóvenes, con niños en sus brazos, pidiendo ayuda, por ser madres solteras, con cinco y hasta siete hijos… poco después, en las redes sociales, circuló parte del material, demandando de las autoridades, esterilizar, cuanto antes, a todas esas mujeres e implementar programas efectivos de control de la natalidad.

Al inicio de las protestas, en virtud del impacto económico por la crisis sanitaria, en varios noticieros aparecieron mujeres jóvenes, con niños en sus brazos, pidiendo ayuda, por ser madres solteras, con cinco y hasta siete hijos… poco después, en las redes sociales, circuló parte del material, demandando de las autoridades, esterilizar, cuanto antes, a todas esas mujeres e implementar programas efectivos de control de la natalidad. Muchos avalaron la iniciativa. El fenómeno es de vieja data; en 1798, Malthus, en su Ensayo sobre el principio de la población, afirmó: la presión que ejerce la cantidad de habitantes del planeta es una “ley natural”, lo cual hace que la pobreza sea natural e inevitable. Las “pruebas positivas” de enfermedad y desnutrición se presentan como las vías principales a través de las cuales se puede aliviar la presión que sufre el planeta a causa del exceso de habitantes humanos. En 1968, Robert McNamara, director del Banco Mundial, dispuso condicionar la “ayuda” financiera a la implementación de políticas de control de la natalidad; anunciando: “El Banco Mundial hace saber a los Estados en desarrollo, que el rápido crecimiento demográfico les impide su desarrollo potencial y que se deben buscar posibilidades para financiar tanto programas de colaboración conjunta como otros programas de investigación, de cara a disponer de medios de planificación familiar más eficientes”.

En 1974, el Informe Kissinger, concluyó: “Los expertos recomiendan que la política norteamericana, tanto interior como exterior, busque como objetivo, la eliminación de unos 2400 millones de seres humanos en los años venideros. La ONU, en la Conferencia Mundial sobre población, efectuada en El Cairo, en 1994, aprobó una estrategia dirigida a descender la fecundidad, mediante programas de anticoncepción y esterilización en áreas rurales, etc. Más recientemente, Bill Gates, en el acto de invitación a la Conferencia de California TED2010 de Long Beach, en un discurso titulado “Innovación a Cero!”, declaró: “El mundo de hoy tiene 6800 millones de personas. Y es probable que alcance los 9 mil millones. Ahora, si hacemos un buen trabajo con nuevas vacunas, atención médica, servicios de salud reproductiva, podríamos reducirla tal vez, 10 o 15 por ciento”.

La mosca frutera se reproduce en proporción directa a la disponibilidad de alimentos; mientras más frutas más moscas; con el ser humano ocurre lo contrario; la reproducción varía en proporción inversa; mientras menos disponibilidad de alimentos, mayor número de hijos; este fenómeno lo analizó y expuso, con claridad, el médico y filósofo brasileño, Josué de Castro, en su obra Geopolítica del hambre. La educación incide, igualmente sobre la densidad de población; a mayor escolaridad, menor número de hijos; de manera que, si el objetivo fuera reducir la población, lo racional sería conferirle prioridad a las necesidades básicas de la mayoría, tales como salud, educación, trabajo con salarios dignos, vivienda, etc., requisitos indispensables para mejorar la educación y la nutrición, porque mientras más educada está la población y mientras mayor es el ingreso familiar, menor resulta la tasa de fecundidad; en medio de la pobreza y la desigualdad, el número de hijos es mayor; podría tratarse de un mecanismo biológico defensivo, dirigido a perpetuar la especie; aunque los cómplices y defensores de la concentración de la riqueza crean lo contrario, no somos moscas.

De modo que hay más gente porque hay más hambre y no a la inversa, como sostienen los neo-malthusianos, defensores y creyentes de las bondades del libre mercado y de la reducción de la población, independientemente de la vía empleada para lograrlo. Ya existen informes sobre el impacto de la recesión económica en regiones con índices de pobreza multifactorial, que indefectiblemente sufrirán muchas más muertes a consecuencia del hambre; científicos calificados ya han advertido que la hambruna impactará con igual o mayor rigor que la pandemia. Y no se trata de catastrofismo; como los neoliberales les atribuyen a los analistas que plantean el efecto deletéreo de la asociación entre crisis social y pandemia. Deberían saber que Kissinger, uno de sus referentes, dijo: “la globalización causará muchas muertes, pero las personas que sobrevivan vivirán mejor”. En la región nos consta.

La estrategia de manipulación social con el virus les funcionó, el contacto será inevitable y habrá morbilidad, comorbilidades y muertes, que, sumado a la crisis económica, preexistente, agravada con las restricciones impuestas, que prácticamente paralizaron las actividades productivas, exceptuando corruptos, incluidos delincuentes disfrazados de servidores públicos, habrá más muertes que las atribuibles al virus. Pero la manipulación fue tan bien planificada que la mayoría de las víctimas defienden lo ejecutado, y seguirán haciéndolo, hasta aceptar, dócilmente, una vacuna, de cuya naturaleza y riesgos es más lo que se ignora, y no sorprendería que afectara la capacidad de reproducción. Gandhi dijo “la Tierra ofrece lo suficiente como para satisfacer lo que cada hombre necesita, pero no para lo que cada hombre codicia”. ¿Prevalecerán la racionalidad y la determinación por preservar la vida y la salud?, o la insania de los identificados con un Nuevo Orden Mundial. ¿Usted qué opina?

Médico
Lo Nuevo
comments powered by Disqus