• 09/11/2020 00:00

Eta: ¿desastres naturales, antropogénicos o civilizatorios?

En estos días, al tener noticias de las catástrofes acaecidas en el occidente de nuestro país y la parte caribe de parte de Centroamérica, recordaba una máxima que nos advertía el Dr.

En estos días, al tener noticias de las catástrofes acaecidas en el occidente de nuestro país y la parte caribe de parte de Centroamérica, recordaba una máxima que nos advertía el Dr. Renán Esquivel, hará unos 45 años atrás, señalándonos la figura de que si en una sociedad hay necesidad de muchos hospitales, eso es equivalente a que allí se hacen necesarios muchos cementerios; o sea, es una sociedad con una población muy enferma o con muchos muertos, lo cual confirma la ineficiencia del sistema de salud.

La mirada noticiosa es volcada hacia los obvios resultados de ese modelo societal, a la postre, absolutamente evitables, si no se tuviera organizada la asistencia sanitaria y de protección social en general, en función de las leyes del mercado; en la consideración de la salud y la protección social, como una mercancía con ánimo de lucro.

Cuando los Estados fomentan esta lógica mercantil, consustancial a la civilización moderna, observamos proliferar las necrópolis al paso de los eventos de la naturaleza, para los cuales, dichos estados deberían facilitar condiciones de protección a las poblaciones, habida cuenta de que hoy existen múltiples formas de manejar preventivamente los riesgos y amenazas de eventos ambientales, como lo ocurrido con el huracán Eta.

Hasta el fin de semana último, este evento había matado unas 60 personas en América Central. La mayoría de las muertes se registró en Guatemala, donde la agencia de noticias Associated Press informó que al menos 42 personas fallecieron debido a deslizamientos de tierra. Además, se registraron importantes inundaciones en la costa atlántica de Honduras, que provocaron la evacuación de cientos de personas de la ciudad de San Pedro Sula. Más de 13 personas habían muerto en Honduras por deslaves y sucesos parecidos.

No resultó igual ni en Nicaragua ni en Costa Rica, aun cuando la fuerza del evento fue la misma en toda la costa caribeña. ¿Qué hizo la diferencia? Los Estados de los dos primeros, con más estragos en vidas humanas, cuentan con sistemas de protección social y de salud mucho más organizados bajo la lógica de las leyes de mercado que en los dos últimos.

En la práctica, ese tipo de Estado permite que los que más recursos tienen, ocupen tierras de menores riesgos, por tanto, sean menos vulnerables a eventos como los deslaves o deslizamientos de tierra e inundaciones. Los que cuentan con nada o pocos recursos, son empujados por la lógica mercantil a ocupar territorios que elevan sus riesgos ante eventos naturales, terminan sufriendo las muertes, como los hondureños, guatemaltecos o los de Tierras Altas de Chirirquí.

Como me decía un chiricano de pensamiento crítico, Rubén Núñez, “la intervención del hombre en área de alto riesgo, con pendientes pronunciadas, suelos desnudos y cero coberturas boscosas, produce deslizamiento de tierra y fuertes escorrentías, ocasionando grandes daños”.

Entonces, ya no se trata de que el Eta ocasionó los desastres, sino más bien, la imprudencia -en algunos casos por vivir en las márgenes de un río que se sabe las desborda episódicamente- y la lógica de desigualdad social -obliga a campesinos a producir en sitios de riesgos, porque las tierras no riesgosas están acaparadas por los de mayor poder, que además las han deforestado- aupada por un Estado para el que fomentar la lógica mercantil es prioridad. Y, si decimos lógica mercantil, decimos manera de organizar la protección de la población -salud, producción, ocupación territorial, etc.- con base en una dinámica donde prima la codicia o individualismo, mas no el bien común. Problema de la actual civilización.

Así, no solo se trata de que interviene la mano del hombre -de todos los hombres con igual responsabilidad-, sino las manos de quienes ejercen el poder económico y político, bajo la forma mercantilizadora individualista.

A nivel nacional, encontramos un Estado donde, los que tienen el poder, condicionan ocupaciones de territorios, donde los más vulnerados ocupan los espacios más riesgosos ante eventos naturales. A nivel global, los magnates beneficiados con los negocios de combustibles fósiles, generando gases de efecto invernadero. Estos, vienen a ser los mayores responsables de la proliferación de eventos como Eta.

Ergo, los desastres, injustamente adjudicados a este huracán, tienen menos de naturales que de antropogénicos y particularmente, causados por uno de los rasgos de esta civilización aupado por el Estado: la lógica mercantil individualista contraria al bien común.

Sociólogo y máster en Gestión Ambiental.
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