• 08/12/2022 00:00

¡Con ella se rompió el molde!

“Las madres pueden ser biológicas o de crianza, pero todas dotadas de grandes virtudes. No son perfectas, pero intentan serlo por sus hijos”

El Génesis de la Biblia revela que Dios hizo a la mujer en el sexto día de la Creación. Hizo una bella obra de arte que acompañaría, en su andar, a la creación hecha a su imagen y semejanza. Según, este libro, vigente en todos los tiempos, el Gran Arquitecto del Universo, hizo que el hombre cayera en un sueño profundo y moldeó a la “hembra” de una de sus costillas otorgándole, entre otros privilegios, la misión de dar vida.

El divino aliento la formó con sutileza y ternura, para hacer de ella un ser de corazón fuerte como el hierro y delicado como la seda al mismo tiempo. La hizo con talentos inigualables y capacidades extraordinarias.

Si tuviera la oportunidad de preguntar al Creador en qué basó su inspiración para modelar un ser tan completo y perfecto con una capacidad de amar que no cabe en el limitado pensamiento humano, seguramente diría: “Solo emula lo que has visto en cada madre que ha marcado tu vida. No interrogues, solo observa y maravíllate de mi obra”.

Tal vez en su máxima bondad omnipresente y omnipotente, consideró lo que en su perfecto plan, poseería el ingenio de un arquitecto, la pericia de un ingeniero, la sagacidad de un abogado, la naturalidad de un niño, la sabiduría de un anciano o en la plenitud de todo lo que había creado antes de llegar al sexto día.

Dotó a la mujer de escultural belleza, curvas “peligrosas” y audacia sin comparación para atraer las miradas y admiración masculina y con la capacidad de ser cuna donde se arrulla la vida desde la unión de las células más pequeñas del hombre y la mujer.

Contrastando lo anterior con mi afición por los estudios científicos, he aprendido que convertirse en madre no es tan fácil como suponemos. Se requiere el momento justo y perfecto en que el cuerpo femenino esté preparado en temperatura, estado y condiciones propicias para recibir el gameto masculino que permita que se encuentren dos células que independientes solo son células, pero juntas hacen la mejor conjunción. Luego de que las células se vayan dividiendo de par en par hasta formar un embrión perfecto. ¡Me maravillo ante tanta perfección!

Nueve meses de gestación fue lo que determinó el Creador para completar en el seno materno una vida y luego todo un camino de cuidados.

Ser madre es un regalo que se enfrenta con ilusión y a veces con miedo, pero es el más dulce temor que se puede sentir frente a lo inesperado e incierto. Es una experiencia que quita el aliento, y tal vez a muchas nos toca modificar nuestra figura, las horas de sueño, ceder algunas cosas para ese nuevo ser, pero el premio se antepone a cualquier ínfimo sacrificio. La maternidad nos permite vencer nuestros miedos. Es como un salto al vacío que se hace sin arneses, pero que sabes que abajo te espera un colchón lleno de plumas. Ser madre te da el don de conocer cada línea de la mano de nuestros hijos es como una promesa que se sella entre los dos.

El arrullo del abrazo de una amorosa madre no tiene comparación. Amamantarlos, verlos crecer te transforma, generando una potente llama que no se apaga y alumbra su caminar.

Biológicamente una mujer está preparada para gestar un nuevo ser y recuperarse rápidamente de esta hazaña. Espiritualmente una mujer es fuerte para avanzar, con él, venciendo casi cualquier obstáculo. Paradójicamente nadie le enseña esto. Solo lo sabe.

Las madres tienen personalidades diversas. Pueden venir envueltas en envases suaves o ásperos con contenido a veces acaramelados y otras agridulces o amargos, pero en las dosis necesarias, para sus hijos. Preste atención a estos detalles y encontrará la razón que les motiva a que pruebes tan diferentes escenarios.

Por otro lado, hay madres quienes dan vida a sus hijos por segunda vez como aquellas que dan sus órganos, por procurarles mejor calidad de vida y otras que hasta su vida darían por ellos.

Las madres pueden ser biológicas o de crianza, pero todas dotadas de grandes virtudes. No son perfectas, pero intentan serlo por sus hijos.

Las mujeres tienen la hermosa tarea de llevar en sus vientres el fruto de la creación. Son capaces de caminar por ellos en senderos agrietados o espinosos, sin que ellos supongan las heridas que esto les pueda ocasionar.

Algunos tenemos la dicha de contar con la presencia física de ellas y otras han partido a la casa del Padre, dejando en sus hijos grandes e irrecuperables vacíos. Pero ustedes tengan la certeza de que los amaron y fueron su norte dejando un sitio sellado en su corazón. Serán los luceros que iluminen sus caminos. Tan sencillo como explicarles que el amor no se ve, pero se sabe, se siente, se reconoce, se percibe, tiene aroma y así queda impregnado en uno, para siempre.

Cada vez que veamos la maravillosa inmensidad, recordemos que Dios las creo y rompió el molde, pues ellas no tienen réplica.

Ninguna desea partir sin saber que sus hijos estarán cobijados y protegidos de las tempestades de la vida. Aunque no entendamos los designios divinos y no nos corresponda cuestionarlos, ellas pasaron dejando una fragancia, que solo reconocen los que aman de verdad.

Hoy, en el Día de las Madres, celebremos juntos la dicha de que mujeres excepcionales hayan estampado en nuestras almas los mejores y más nobles ejemplos.

Un beso a aquellas que comparten este día con nosotros y una oración por aquellas que nos miran desde arriba.

Este escrito va dedicado a las madres en su día, empero no puedo dejar de mencionar que esta labor se hace mejor si es en compañía de un gran hombre.

¡Después de esto, solo puedo asentir que con ella, TU MADRE y MI MADRE, se rompió el molde! ¿Qué dices tú?

Felicidades a todas las madres.

Abogada
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