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- 26/09/2011 02:00
Todos somos afrodescendientes
OBRERO Y ESTUDIOSO DE LA SOCIOLOGÍA.
En el siglo XVI es cuando aparece, quizás por primera vez, el término ‘raza’, aunque el significado, en un principio, no va a tener las fatídicas connotaciones biológicas que después aparecieron. Este término va a ser utilizado como el mecanismo justificador y legitimador de la ‘guerra social’.
Y este mecanismo va a ser antecedido cuando se comienza a concebir la sociedad de manera dual; es decir, que aparece en la interpretación histórica, el nosotros y el ustedes, pues antes de este discurso histórico, solo se encontraba la alabanza al poder y Petrarca lo define magistralmente.
‘Qué hay en la historia, entonces que no sea la alabanza de Roma’.
Este discurso de dualidad tomó impulso con el concepto de ‘lucha de razas’, pues es a través de este concepto que se va a poner en relieve de forma fehaciente y marcada la diferencia entre los unos y los otros.
Y es así que se dirá que hay dos razas o que hay luchas de razas cuando convergen en un mismo territorio dos grupos, que aunque conviven y cohabitan, no se encuentran completamente mezclados, a causa de que no comparten una misma experiencia suprasensible. O sea, religiosa y al mismo tiempo no se consideran de un mismo origen geográfico.
Estas disimetrías van a ser profundizadas por diferencias de carácter económico, por la distribución de los privilegios sociales.
La introducción del concepto de la lucha de razas en el discurso histórico crea en líneas generales dos grandes interpretaciones históricas, por un lado aquellos que solo ven en la historia la alabanza al poder y, por lo tanto, la aceptación del status quo.
Y, por otro lado, aquellos que ven la historia como producto de una guerra constante y permanente entre oprimidos y los opresores.
Este discurso, de luchas de razas, pertenece, en sus orígenes, a los sojuzgados, a los oprimidos y a todo aquel que intente reivindicar a los que no tienen cuotas de poder en la sociedad.
En efecto, esta interpretación, de los otros, de los opresores, por su sencillez, tuvo una gran amplitud de circulación en las clases populares y también en toda la intelectualidad ligada a los menos favorecidos; es decir que por medio de este discurso se descifraron las disimetrías y se revelaron las desigualdades sociales.
Pero el discurso de las lucha de razas muy pronto comienza a ser utilizado por las clases positivamente favorecidas y con el tiempo el concepto de lucha de razas comienza a desvincularse de su acepción inicial.
Y las clases privilegiadas, que controlan el Estado, comienzan a transformar el concepto, de lucha de raza, en un instrumento de dominación, pues va a ser este Estado el que se va a autoproclamar defensor y protector de la, mal llamada, pureza de raza.
Y es con el concepto de pureza de raza donde vamos a ver el nacimiento del racismo institucionalizado y con todas las terribles consecuencias que ha tenido para la historia de la Humanidad.
Lo que se ha intentado, con la anterior argumentación, es explicar o dilucidar que el concepto de raza es en verdad una construcción social, que en un momento sirvió a los intereses de los menos favorecidos; pero que, en otro, fue utilizado por las clases favorecidas para seguir manteniendo sus privilegios y canonjías.
Cabe destacar que en las Ciencias Naturales su utilización se ha dejado en el olvido por su ineficacia explicativa. Y es esta misma ineficacia explicativa que subyace en el concepto de afrodescendiente, pues, según los últimos datos arqueológicos, África es la cuna y origen de todos los humanos y, por lo tanto, todos somos afrodescendientes.