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- 14/07/2011 02:00
Querétaro, palabra bella y de bellos recuerdos
EMBAJADOR MEXICANO (R).
C orría el año 1959. Yo era alumno de la Universidad de Panamá y uno de los cursos que tomaba, Principios de Ciencia Política, lo impartía don César A. Quintero, figura señera de la intelectualidad y de la diplomacia istmeñas. Cuando explicó el tema de la evolución del derecho constitucional habló cómo, en sus orígenes, éste se circunscribía a la formulación de las garantías individuales, la división de los poderes del Estado (órganos en el caso panameño), las atribuciones de los mismos, y las cláusulas sobre las reformas al texto constitucional.
Pero al tocar los derechos sociales, enunció claramente que la primera constitución en incorporarlos fue la de Querétaro en 1917, antes inclusive que la soviética. Ahora esas disposiciones están en todas, añadió, pero correspondió a los mexicanos ser los pioneros al respecto.
Don César se refirió, aunque brevemente, al pensamiento social de la Revolución Mexicana que, en el texto constitucional queretano, logró plasmar el sentir de un movimiento originalmente político que no tardó en despuntar por su contenido social.
Lo anterior me hizo sentir un comprensible orgullo. Pero confieso que experimenté placer al escuchar la palabra Querétaro en labios del catedrático panameño. En aquellos ayeres, de mis 19 años había pasado buena parte de ellos fuera de mi tierra natal y había viajado poco por la República Mexicana. Además, muy lejos estaba de adivinar el regalo que me traería el destino para después de mi jubilación. Tras 41 años como miembro del Servicio Exterior Mexicano, el avecindamiento queretano de una de mis hijas dio pie a que mi esposa y yo siguiéramos su ejemplo en el establecimiento de nuestra residencia. Para entonces habíamos visitado varias veces la capital y el estado del mismo nombre. Pero, como es natural, la cercanía física contribuyó a conocer y apreciar su historia y atributos.
Por haberse reunido en Querétaro el núcleo de patriotas que habrían de iniciar la lucha por la liberación del tutelaje colonial, la ciudad reclama se le reconozca, si no como la cuna al menos como una de las cunas de la independencia. Las circunstancias hicieron que don Miguel Hidalgo y Costilla, Padre de la Patria, diera el grito libertario en la cercana Dolores la madrugada del 16 de septiembre de 1810. Pero Querétaro estuvo de inmediato y desde siempre a la vanguardia en el proceso.
En los accidentados inicios de la independencia nacional, Querétaro pasó a ser capital temporal del país en más de una ocasión. Así ocurrió durante la invasión estadunidense de 1847 y más adelante en 1867, cuando don Benito Juárez entró a la ciudad donde languidecía el efímero imperio que encabezara el archiduque Maximiliano de Habsburgo. El juicio de éste tuvo lugar en tierra queretana, así como su fusilamiento y el de sus generales Miguel Miramón y Tomás Mejía. Memorables resultaron los trabajos de la asamblea constituyente que sesionó a fines de 1916 y principios de 1917. Pero conviene no olvidar que en 1929 se fundó en Querétaro el Partido Nacional Revolucionario, que años más tarde devino en Partido de la Revolución Mexicana y Partido Revolucionario Institucional. Guste o no, el México del siglo XX no se puede entender sin tener en cuenta el papel que esa agrupación hegemónica jugó en la vida política y social del país.
El Instituto Cervantes, con el concurso de decenas de miles de cibernautas en todo el orbe, ha escogido la palabra Querétaro como la más bella de la lengua española para el resto de 2011 e inicios de 2012. Un reinado anual que llena de orgullo a quienes vivimos en esta histórica ciudad declarada por la Unesco como Patrimonio Cultural de la Humanidad. Y para quien esto escribe, el enlace con aquel 1959 panameño no puede ser más hermoso.