El Festival de Debutantes se realizó el 5 de julio en el Club Unión de Panamá. Es organizado por las Damas Guadalupanas y se realiza cada año para recaudar...
- 18/10/2017 02:00
La ciudad de Panamá y sus murallas
Contrario a lo que se piensa, gran parte de las murallas defensivas del siglo XVII del recinto real abaluartado de la nueva ciudad de Panamá (1673) sobreviven y pueden verse, en especial los tres tramos marítimos que aún rodean el casco antiguo colonial, inscrito en 1997 por Unesco como patrimonio de la humanidad.
La parte más completa y visible de este recinto amurallado es el tramo de las bóvedas que circunda la Plaza de Francia, antes Baluarte o punta de Chiriquí, cuyo adarve es el Paseo del General Huertas, con su parapeto protector hoy desprovisto de las cañoneras originales, esos espacios rectangulares y repetitivos de almenas y merlones, tan típicos de fortificaciones abaluartadas.
Los otros dos tramos marinos a ambos lados de la punta de este primer baluarte tienen construcciones diversas sobre sus muros que dificultan apreciar su silueta monumental. Tal es el caso (al oeste) de la escarpa de la muralla del Baluarte de las Monjas utilizado al construirse el antiguo Club Unión, o al norte la de San Francisco sobre la cual se construyó el actual Palacio Bolívar, o la del Baluarte de Oriñón que ahora forma la base de la Casa Amarilla cerca del Palacio Presidencial.
Estos lienzos de murallas se aprecian mejor en marea baja, descendiendo a nivel de las playas y arrecifes coralinos que limitan y afectan la extensión de sus muros conforme su topografía. Así, los del lado sur nos llevan al Baluarte de la Carnicería que enlaza con el de San José, ya muy cerca del frente de tierra de la ciudad, al este.
La forma triangular del primero es muy visible porque sobresale de la muralla o ‘cortina' que lo une al de San José, este ahora sepultado por las antiguas instalaciones de la Compañía de Fuerza y Luz.
Pero quizás, lo que más defina esta ‘arquitectura del miedo', por su carácter eminentemente disuasivo, son los restos del ángulo fijante del flanco sur del Baluarte de Jesús (o Mano del Tigre), con su imponente escarpa de 20 pies de alto, frente al foso seco y contraescarpa que todavía existen. Conserva en buen estado sus merlones, almenas y vestigios de su banqueta de tiro a los pies del parapeto.
Este importante baluarte, con capacidad para 14 cañones y cuartel para artilleros e infantería, era el único con forma pentagonal y punta de diamante de los ocho que defendían la ciudad. Nada queda de sus flancos restantes ni del Baluarte de la Merced (o Barlovento) o la Puerta de Tierra que defendían, salvo algunos tramos que forman parte de viviendas.
La Puerta de Mar, los cinco postigos y la mayoría de sus garitas también han desaparecido, no así la fuerza de la geometría en la concepción del diseño de esta ciudad cerrada y fortificada, con su trazado de retícula ortogonal orientados hacia los cuatro puntos cardinales.
Ingenieros militares la diseñaron, pero con una veta estética en sus prolongadas murallas que le dan su singularidad y belleza más allá de su finalidad militar.
EXDIPLOMÁTICO