• 13/09/2011 02:00

Claro que vamos bien

INGENIERO Y ANALISTA POLÍTICO.. C uando yo llegué a Panamá recién graduado de Ingeniero Industrial, en 1966, había siete ingenieros ind...

INGENIERO Y ANALISTA POLÍTICO.

C uando yo llegué a Panamá recién graduado de Ingeniero Industrial, en 1966, había siete ingenieros industriales en Panamá. El edificio más alto era el Hotel Panamá y en la avenida Balboa solo estaba el edificio Atalaya recién construido. La avenida Central era en dos direcciones y el Puente de las Américas no tenía ni cinco años de inaugurado. Estaban los gringos en la Zona del Canal y el comercio cerraba a las seis de la tarde por ley.

Éramos un pueblo grande, no una ciudad. En aquel entonces el producto panameño era rechazado por los panameños, industriales que confeccionaban camisas localmente mentían en la etiqueta para comercializarlas, el calzado nacional era criticado por ricos y pobres. Las industrias reales se reducían a un puñado de empresas que conocimos como ‘club de exonerados’, por los incentivos que les daban y que cerraban la importación de su competencia, obligando al panameño a consumir sus productos.

La gran mayoría de las casas, inclusive en Paitilla donde vivíamos nosotros, trabajan con tanque séptico, no había alcantarillado en toda la ciudad. La leche se vendía en botellas y nos paleábamos la nata los hermanos. Eran años cuando los teléfonos tenían cinco cifras y llamar a Las Cumbres era larga distancia. Cuando el único ‘mall’ era El Dorado. Se llamaba al interior por telegrafía y el viaje en carro a David era una odisea. No había fax ni Internet, ni celulares, ni fotocopiadoras, había papel carbón y tinta mojada (‘fuente’, le decían). Ni transistores, ni componentes, había Policía secreta y Guardia Nacional. El hombre no había llegado a la Luna y Panamá andaba por el cuarto mundo.

He visto políticamente todo: golpe de Estado, derrocamiento de presidentes, hasta una invasión militar, democracia y seudodemocracia. Políticamente en estos 44 años ha pasado de todo, pero hay algo innegable, Panamá con todos los vaivenes políticos, ha ido hacia delante. Es hora de que dejemos de buscar a quién acreditamos los logros, es hora de que nos los acreditemos los panameños todos. Porque hemos sido los panameños los que logramos la soberanía, los panameños los que hemos desarrollado la Zona Libre de Colón, el turismo, la construcción, administramos el Canal, diseñamos nuestros edificios, administramos nuestra banca, nos quejamos de nuestra educación, pero han sido profesionales panameños los que han hecho el milagro.

Panamá marca entre los primeros 50 países en competitividad, Panamá tiene excelente calificación de riesgo para créditos internacionales, cualquier visitantes o turista o empresario que pasa por nuestro país queda maravillado por lo que ve y lo que somos, no solo por el trato y aceptación de la gente sino por lo moderno y agradable del país. Hemos sido los panameños capaces de despegar y lograr estos avances que nos colocan en posición envidiada por nuestros vecinos, hemos sido todos los panameños parte de nuestro éxito. En lo único que hemos fracasado rotundamente ha sido en la política. El país ha logrado su éxito a pesar de políticos egoístas, corruptos, ambiciosos y de cuestionable respeto constitucional. Políticos que pierden su tiempo en intereses partidistas o cromáticos, pero, gracias a Dios, a sus espaldas, la empresa privada y los profesionales panameños han logrado impulsar el desarrollo.

Panamá progresa a pesar de las anclas que los políticos tiran a su paso. Cuando vemos los desarrollos de barriadas, edificios, resorts de veraneo, cuando vemos un país donde se tienen ya más de 23 universidades con solo 3.5 millones de habitantes, cuando vemos un país donde puedes apreciar los mejores artistas y espectáculos del continente, donde las mejores marcas las compras en modernos centros comerciales y nuestro aeropuerto conecta el país con decenas de países en viajes directos. Panamá tiene excelentes comunicaciones, libre circulación de monedas, todas las comodidades del mundo moderno. Los panameños debemos sentirnos orgullosos de lo que hemos logrado, de lo que somos, de cómo vamos. No es importante atribuirle a nadie el cambio, todos sabemos que las cosas son resultado del aporte de cada uno de los gobiernos y de todos los panameños que hemos puesto nuestro granito de arena en nuestro esfuerzo.

Quizás lo que falta en una gran placa en la frontera de ambos lados y en el aeropuerto, ‘obra realizada por los panameños para los panameños’. Recuerdo cuando Omar le decía al ministro Manfredo, ‘no obligues a poner hecho en Panamá, quien va a comprar una camisa que diga hecha en Chupampa’. Hoy le diría yo al general, finalmente, podemos y debemos decir orgullosamente, ‘hecho por panameños’. Porque nos debemos sentir tetra orgullosos de cómo administramos el Canal, cómo estamos logrando su ampliación, cómo administramos la Zona Libre de Colón, cómo administramos nuestra banca, en fin, cómo hemos avanzado.

Vamos bien, ¿o es que no recordamos de dónde venimos? Quizás, solo quizás, pudiéramos ir mejor si la clase política hubiese avanzado como avanzó el resto de la sociedad, porque en fin de cuentas lo que hemos logrado ha sido a pesar de los políticos. Mientras ellos rompen alianzas, mientras ellos discuten y se insultan, mientras ellos se pelean los espacios, los inversionistas siguen apostando al país, los panameños seguimos trabajando a espaldas de los políticos y el país sigue creciendo.

Yo espero que algún día esos vendedores de pesimismo y negativismo se queden dormidos, y amanezca el panameño orgulloso de lo que tiene y lo que ha logrado, con la ayuda de Dios y el sudor de muchos que sí creemos en Panamá y los panameños.

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