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- 23/08/2011 02:00
Click
Siempre me ha llamado la atención la aceptación por el electorado de algunas figuras políticas. Hay algo, un elemento indescriptible que poseen algunos que los hace atractivos electoralmente. Nuestros abuelos le decían ‘ángel’, o ‘que tenían ángel’. Es algo más que una sonrisa, o la mirada, o la combinación de gestos y actitudes, es algo que simplemente resalta y una vez te presentan al candidato caes en cuenta si lo tiene o no al tratarlo. Es como si al presentarse, hiciese o no ‘click’ con el interlocutor.
Lo curioso es que si no ‘hace click’ al inicio, será muy difícil que con el tiempo lo logre, es casi como que o se tiene amor a primera vista o no se tendrá el amor. Digo esto porque con dolor veo una cantidad de aspirantes a la candidatura a la Presidencia de la República que técnicamente tienen todo lo necesario, o creen tenerlo: dinero, militancia, la edad, no han sido condenados, la nacionalidad y el deseo, pero, salen a caminar, visitar, reuniones... y no hacen click. No despegan, dicen unos; no marcan, dicen otros.
Algunos analistas reducen el problema al mercadeo político. Si tienes un candidato y lo presentas adecuadamente y lo mercadeas efectivamente, despegará, hará click. Para ellos es cuestión de encontrar el slogan correcto, el discurso adecuado, escogerle la ropa y postura, sus mejores colores y el mejor ángulo. Yo vengo de otra escuela, la escuela práctica del click, antes que tratar de vender a un candidato que no logra hacer click con sus electores prefiero ubicar a ese individuo que claramente se nota que podría hacer click y simplemente le dedico esfuerzo a ese potencial triunfador. Lo interesante del que tiene click es que sus vicios y debilidades el electorado las obvia, a diferencia del que no tiene ángel, a quien los pequeños defectos se le convierten en montañas inescalables.
En nuestra historia reciente hemos visto candidatos que hicieron click con suma facilidad: Mireya Moscoso desde 1994 y Martín Torrijos desde 1999. Ese magnetismo que los hace atractivo al electorado lo tuvo un Arnulfo Arias Madrid, como después lo tendría, sin ponerlo nunca a prueba electoral, Omar Torrijos Herrera. Electoralmente, el pueblo sin embargo reconoce en su capacidad al candidato: un determinado político no tendría problemas para elegirse diputado de un circuito, pero ese mismo candidato no lograría la Alcaldía ni la Presidencia.
Los partidos políticos pecan, en su afán democrático, de no ser más científicos en su forma de seleccionar candidatos y pierden opciones de cargos por dejar correr en extremo la democracia interna. Si con estudios y mediciones de recursos humanos podría el partido ir clasificando sus cuadros para que opten por su mejor opción de triunfo, eliminas esfuerzos innecesarios de aspirantes que se autoengañan por su capacidad financiera o supuesta popularidad. Ese mismo aspirante frustrado a un puesto inalcanzable podría en cambio estar desempeñándose como representante de corregimiento, diputado o alcalde dependiendo de su verdadera capacidad y del momento.
El hombre está limitado por el momento y las circunstancias, pero con mucha frecuencia políticos confunden su momento y desconocen sus circunstancias: En un país como el nuestro, donde existen demasiados medios de comunicación, donde a toda hora hay programas de opinión en radio y televisión, la aparición en medios de funcionarios es exagerada y el efecto es que muchos malinterpretan su presencia en un medio como aceptación por el público, confundiendo así su verdadera opción electoral. En un mundo donde la ciencia y tecnología han avanzado tanto, donde hoy el sistema de encuestas te da radiografías semiexactas del sentir de la población, los políticos todavía prefieren creer solo en las en cuestas que los favorecen y desestiman aquellas que les muestran una realidad adversa. Con frecuencia vemos a aspirantes a cargos desestimando la última encuesta o simplemente aceptando encuestas de poco reconocimiento, pero favorables a sus intereses.
A tres años de las elecciones generales del 2014, ya los partidos deberían estar analizando científicamente las opciones y midiendo su mejor opción, algo que solo el panameñismo ha logrado hasta ahora, en al figura de Juan Carlos Varela. El CD empezará pronto a medir opciones entre sus aspirantes y al final la primaria deberá enfrentar a dos o tres máximo, mientras el PRD mantiene un amplio espectro de más de 14 conocidos aspirando, aun cuando hay, si acaso, tres que hacen click con el electorado. En ese marco yo hubiese aprobado la hoja de ruta, un sondeo interno intermedio y solo los tres primeros podrían continuar en campaña hacia la primaria oficial, reduciendo los aspirantes dramáticamente.
En medio de toda la incertidumbre, el panameño repite frases de siempre, muchas veces sin realmente comprender lo imposible del deseo: caras nuevas, otra gente. Pero, ¿cómo vas a venderle al electorado una cara nueva? Opción electoral solo tendrá aquel candidato cuya experiencia sea conocida, preferiblemente con experiencia probada en la administración del Estado y con las cualidades básicas de honradez y trabajo. Ahora bien, ese aspirante debe hacer click con el electorado, no sirve aquel candidato o aspirante que tras su nombre el elector queda preguntándose qué le falta, o por qué no despega, o por qué no genera pasión.
Hoy, algunos aspirantes fallan en reconocer sus limitaciones, pretenden engañarse con falsas popularidades y autoconvencerse de su opción. A mi modo de ver, les faltan amigos sinceros que les muestren la verdad de su realidad para entonces enfocarse en metas alcanzables.