• 19/09/2011 02:00

Competitividad y cultura: ¿Qué hacer?

COMUNICADOR SOCIAL.. H ay temas que son repetitivos. Para algunas personas les resulta molestoso que en diversos escenarios y medios, e...

COMUNICADOR SOCIAL.

H ay temas que son repetitivos. Para algunas personas les resulta molestoso que en diversos escenarios y medios, estos aparecen una y otra vez. El cambio climático es uno de esos temas. Los que sienten que el planeta está en eminente peligro y no se cansan de señalar que andamos por mal camino. La capa de ozono, el deshielo en los ejes polares, la seguridad alimentaria, la pobreza, el tráfico de drogas, etc., se repiten en nuestro medio con argumentos a favor o en contra, que significa que la discusión de las mismas es señal y alerta.

Voy a repetir un tema que para mí es de vital importancia, porque, como ya dije en alguna ocasión, no dejan de causarme sorpresa las noticias sobre el crecimiento económico de Panamá y su posición en listas y alineaciones regionales y globales, con respecto a sus posibilidades de desarrollo y su futuro.

Traducido textualmente, el Índice Global de Competitividad 2011—2012 se refiere a nuestro país con la siguiente evaluación: ‘Por segundo año consecutivo, Panamá mantiene el segundo lugar más fuerte en competitividad en América Central y es el único país en el continente que ha logrado mejorar su desempeño, ocupando el puesto 49 entre los 50 mejores. El país se ha mantenido relativamente estable en la mayoría de los conductores de la competitividad. En general, se beneficia de fuerzas importantes de su eficiente mercado financiero (decimosexto), su sólida infraestructura de transporte (39.as), y de una muy buena adopción tecnológica (12ma.), especialmente a través de la inversión extranjera directa (Foreign Direct Investment), en la que ocupa el 4to. puesto. En términos dinámicos, es importante destacar el avance logrado por el país en lo referente a la calidad de su infraestructura portuaria y de transporte aéreo (5to. y decimoquinto puestos, respectivamente) y su fomento de una mayor competencia interna (43.a). Pero a pesar de estas ventajas, el país aún enfrenta debilidades significativas en cuanto a educación se refiere, campo en el que muestra un nivel relativamente bajo en la matrícula de educación secundaria (99.a) y en general mala calidad de su sistema educativo (131o). Panamá también lucha contra la rigidez de su mercado laboral (109o), bajos niveles de confianza del público hacia sus políticos (109os), la escasa independencia judicial (133a) y el favoritismo en las decisiones de los oficiales del gobierno (120os) —situación que se ha deteriorado en los últimos años’.

En el escenario del desarrollo nacional, una cosa es estar en las gradas y otra en el terreno y, estando en el terreno, observando las circunstancias cotidianas, es cuando más me asaltan las dudas de que si estamos hablando del mismo país. Muy bien señaló el profesor y economista Rolando Gordón, que evalúa los resultados como positivos y que ‘... ayudarán al país a largo plazo. Sin embargo, resaltó que el objetivo principal que debe apuntar cada uno de estos logros es la reducción de la pobreza que se encuentra un 40% y mejorar la distribución de la riqueza’.

Si no tomamos en cuenta el nivel cultural de la población —y de sus gobernantes—, las mediciones no nos están dando un escenario real sobre las posibilidades a futuro. Después de las generaciones que se jugaron el pellejo por la recuperación de la soberanía nacional, completada parcialmente el 31 de diciembre de 1999, se abrió las posibilidades de que nuestro país hiciera uso de una importante parte de su territorio que por toda nuestra vida republicana estuvo vedada a ser incluida dentro de los planes de desarrollo nacional. Las manifestaciones por la recuperación de la soberanía, siempre estuvieron envueltos herméticamente en un embalaje de exaltación de la cultura nacional. Los poetas, los cantores, los artistas, los intelectuales, los políticos y toda la generación que luchó, enaltecieron nuestra cultura y la dignidad nacional como bandera de lucha.

El Dr. Nicolás Ardito Barletta, presidente del Centro Nacional de Competitividad, admitió que ‘existen falencias que deben ser corregidas, como la educación. De lo contrario, no se podrá seguir avanzando. Indicó que el hecho de que un país logre elevar el índice de competitividad representa la llegada de nuevas inversiones y mayores oportunidades para las micro, pequeñas y medianas empresas’. Para mí, y con el respeto que se merecen los expertos, es más que eso. Hay evidentes amenazas sociales y culturales que de no atenderse con prontitud y seriedad, darán al traste con este impulso y afectará a largo plazo nuestra estabilidad competitiva. La violencia ligada al narcotráfico, las pandillas organizadas y la visible descomposición social en sectores de la población que deben ser parte fundamental en el proceso productivo que sostiene la competitividad alcanzada, es amenaza directa.

El crecimiento cultural va en dirección contraria —crecimiento negativo— como se dice en el argot económico y ha quedado en evidencia el bajo nivel cultural de las clases que ejercen el poder político y económico en nuestro país, muy evidente en las últimas semanas.

Todavía como nación nos queda mucho trabajo por hacer para mejorar los procesos de educación, perfeccionar los sistemas de salud y de prevención de enfermedades, erradicar la corrupción, desarrollar infraestructura, oponernos a que los gastos del Estado sean superfluos. Respetar y salvaguardar el ambiente, preservar la herencia cultural y motivar e incentivar las expresiones culturales. Todo esto, enmarcado en un uso más social y consciente de los medios masivos de comunicación, permitirá a largo plazo que nuestra sociedad mantenga su independencia y su competitividad. No me cansaré de repetir el tema de la cultura.

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