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- 05/09/2011 02:00
Deuda, desigualdad y pobreza, apalancamientos perversos
POLITÓLOGO
Si la realidad no se puede ocultar por siempre, como tampoco problemas y chanchullos, si se puede inducir un desenfoque por el cual, aun teniendo el bulto por delante, la atención se desplaza y se concentra en lo inmediato y se difumina la comprensión de lo causal. Vemos síntomas, no las causas. Es más. Los confundimos.
La deuda de los hogares panameños sobrepasó cualquier indicador de prudencia, pero no hay problema, ‘te damos dinero por tu casa, tu carro, y porque no, por la deuda que ya te mordió las entrañas’. El consumo de los pobres y de las capas medias está cayendo en barrena... ‘pero tranquilo, puedes hipotecarnos la misma vida. Total, si te fleteas, te hemos hecho pagar un seguro que nos pagará todo’.
El crecimiento económico oscila el 9%, pero nadie descuenta la inflación que está por el 6%. Hablar de crecimiento real es una canallada de intelectuales pajizos, como si la reducción del poder adquisitivo en los estratos medios y pobres no se palpara ya en las menguadas cajas registradoras de los empresarios medios y pequeños. Y a ellos, solo a ellos, les pondrán las registradoras fiscales. Total, dirá el gobierno empresarial, si los impuestos son para carreteras, hospitales y escuelas, ¡que los paguen ellos!
Se discute sobre el endeudamiento público, pero nadie advierte que tanto más grave es el crecimiento desbocado de la deuda de los hogares panameños, que sus causas son peligrosas y que su contaminación perversa está a la vuelta de la esquina cuando la economía global amenaza con irse por el barranco.
El PNUD indicaba que en 2005—2010, Panamá había mejorado cuatro puntos en el Índice de Desarrollo Humano para ubicarse en la posición 54 entre 169 países. El Gobierno se adjudicó el mérito: es nuestra orientación empresarial.
Más abajo, el PNUD reportaba que el índice de desigualdad del país, que refleja las disparidades en ingresos, salud y educación, bajó 20 posiciones si se compara con el registro de hace ¡diez años! Los bufones movieron la atención sobre otra contingencia política. ¡Y luego se preguntan por qué hay tantos delincuentes tempranos y sicarios bebés!
Cuando la deuda alcanza un cierto nivel, apalanca la desigualdad y el endeudamiento. Esta ecuación explica la crisis de 1929 y de 2008 en Estados Unidos. Ambas fueron precedidas por un fuerte aumento de la desigualdad de ingreso y de la razón deuda/ingreso de los hogares.
Cuando los ricos prestan una gran proporción de su ingreso a los pobres y a la clase media —como en ambas crisis— y la desigualdad del ingreso registra aumento prolongado, las razones deuda/ingreso suben lo suficiente como para generar crisis graves. Así, el porcentaje del ingreso total controlado por el 5% superior de los hogares estadounidenses aumentó de 24% en 1920 a 34% en 1928 y de 22% en 1983 a 34% en 2007, y la razón deuda/ingreso de los hogares se duplicó entre 1920 y 1932 y entre 1983 y 2007, alcanzando 139% en el segundo período. En Panamá el 10% de la población recibe el 38.6% de la riqueza social y el 30% el 70%; el 10% más pobre capta el 0,7% y el 20% percibe en el 2001 el 5.4% de la riqueza nacional, que en 2005 decreció ¡al 5.1%!
La única manera en que los hogares pobres y de clase media pueden consumir es endeudándose. En 1983, la razón deuda/ingreso del 5% superior de los hogares estadounidenses era 80%, y la del 95% restante, 60%. Veinticinco años después, 65% para el 5% superior y ¡140% para el 95% restante!
Mientras los pobres y la clase media resisten la erosión de su ingreso relativo endeudándose, los ricos acumulan cada vez más activos e invierten en activos respaldados por préstamos a los pobres y a la clase media, como las hipotecas. Una desigualdad del consumo inferior a la desigualdad del ingreso se traduce en una desigualdad mucho más aguda de la riqueza.
Por el consumo del panameño, el 20% más pobre consume el 4.1% del total; el tramo 21%—40% consume 9.0%; el tramo del 41%—60% consume el 14.0%; el que va del 61% al 80%, consume el 21.8% del total y, el tramo final del 81% y el 100% de la población, consume el 52.9% del total. Es decir, el 38% de la población consume el 74.7% del total de los bienes y servicios producidos e importados por la nación. ¿Qué se oculta? ¡A éstos les exoneran de las registradoras fiscales!