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- 21/04/2013 02:00
Dilemas del oficialismo y la oposición
Ni suenan ni truenan. Así reza el adagio, y viene al dedillo para algunos precandidatos. No habría que desconocer sus ímpetus, el interés marcado por sobresalir, de darse a conocer en una población que no sabe quiénes son. Se esfuerzan, pero con un dilema que ha de causarles mucha angustia, ya que sobre ellos pende, atado en delgado pelo de crin de caballo, la espada de Damocles: la del jefe que al final puede cambiar todo.
Después de semanas de costosa campaña, de los discursos vacíos, de promesas repetidas que reviven lo prometido hacen tan solo cuatro año; aún de ese escenario que se sirve, incluso, de los recursos y obras del Estado (lo que ha sido demandado, pero la Fiscalía Electoral ni suena ni truena), aún de ese escenario, dijimos, los candidatos oficialistas marcan muy por debajo en las encuestas de opinión. La suma de los tres más activos (Roux, Burillo, Domínguez) apenas alcanzan, juntos, el 8% (ver IPSO, abril 13).
Otra es la historia con la oposición la cual es vista, no sin razón, como la alternativa al desbarajuste institucional. La percepción favorable a la oposición se eleva al 61% de aceptación (Navarro 39% y Varela 22%). ‘Un nuevo Panamá’ es, en las condiciones de frustración que vive el ‘Panamá del cambio’, más que una consigna; es un urgido dilema que se expresa en el deseo creciente de acabar con el desastre, con el acaparamiento, con las metidas de patas y manos.
Urge, como tarea nacional, sacar al país del descrédito al que se le ha sometido; liberarlo de la malversación y de los actos desmedidos y rapaces para llenar bolsillos, pero además salvarlo de la grosera glotonería con la que administran el poder. Un Panamá secuestrado por intereses mezquinos no es el que merecen las generaciones de hoy, ni la del mañana.
Hay que censurar, además, el descaro con el que se han apoderado de los recursos del Estado, mientras que la población sufre los embates del transporte, los altos precios de los alimentos, al igual que el encarecimiento de los servicios. Miles de hogares desesperados por la falta de agua potable, mientras que, para generar ganancias en las que ellos también participan, se continúan las concesiones que afectan nuestros ríos.
Es cierto que construir el Panamá de todos y para todos no es tarea fácil, pero sí posible. Que predomine el respeto a la vida, que se fortalezcan los derechos y las oportunidades para los indígenas, campesinos, para las etnias diversas; que se fortalezca el agro y, con él, la seguridad alimentaria; que haya democracia de verdad y no de fachada; he aquí las bases del ‘nuevo Panamá’ que postula Juan Carlos Navarro.
Sabemos de la poca credibilidad que se le tiene al discurso de campaña; esto no es ajeno al deterioro de la moral y de la ética. Aún así, hay que recobrar la confianza en la política y en los políticos; en las promesas, inclusos.
En los torneos electorales resulta válido mercadear la esperanza de una vida mejor, que se agite también el caudal propositivo a los problemas y sus posibles soluciones. Esto no es negativo. Lo nefasto, como lo ha evidenciado este gobierno, es que, al cabo de los meses y una vez en el poder, la desesperanza y las frustraciones son el resultado del incumplimiento y de las mentiras.
*DIPUTADO DEL PARLACEN.