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- 07/09/2011 02:00
En política no hay amigos
ESPECIALISTA DE LA CONDUCTA HUMANA.
El que en estos momentos piense distinto y, es político, lo veo mal. Ya quedó en el pasado aquellos verdaderos caballeros de la política. Que con el apretón de manos los pactos se sellaban y la palabra bastaba como garantía para los acuerdos. Lo sucedido entre el presidente Ricardo Martinelli y el vicepresidente Juan Carlos Varela, nos queda de experiencia. Una cosa es la amistad entre dos mortales comunes y otra cosa es la amistad entre dos políticos, líderes de grupos y si se trata entre partidos políticos, peor. ¿Que el presidente Martinelli no cumplió con su palabra? Señores, ¡es política! Y, nada está escrito en piedra.
Y les digo esto, a mí sí me dolió la ruptura de la alianza en estos momentos y explico: desde el comienzo no creí en la alianza. Lo vi totalmente absurdo y no apropiado. Sin embargo, dado el tiempo que transcurría pensé que me había equivocado en mis apreciaciones de aquel momento y que las cosas estaban caminando bastante bien. No soy vidente, pero en aquella ocasión escribí sobre las consecuencias si se diera una ruptura. Así como lo pensé y plasmé, así pasó.
Al percatarme de la noticia, quedé en pausa. Cuando desperté de mi asombro recordé lo que pensé cuando se dio la alianza: ‘Dos líderes de partidos políticos de por sí, tienen comportamientos disímiles, con ideas distintas, y distintas son sus maneras de gobernar, y que por cualquier incidente grande o pequeño entre ambos, el compromiso más temprano que tarde, se va a disolver y de la peor manera’. Además, cada partido político tiene su propia escuela de formación, su doctrina, su disciplina y su base programática. Estas son las razones por la que he de pensar que un colectivo político debe ir con candidato propio hasta lograr el triunfo deseado.
Lo que sí me duele es observar a Juan Carlos Varela humillado, desconsolado y lastimado. Y, no es para menos. En verdad, hay que ser muy varón para aguantarse este desplante. En este sentido hay que ser humanos. Y, aunque se hubiese preparado mentalmente para una situación de sorpresa como esta, siempre quedan las heridas y disgustos que hay que saber manejar y lo explico haciendo referencia al duelo emocional y que puede ser sentido por ambos líderes:
Lo primero es la reacción de ‘impacto’: una sensación de paralización, desorientación e incredulidad. La vida se estanca y la atención se concentra en la ruptura. Se bloquean las emociones y es difícil concentrarse en las tareas diarias. La etapa puede durar un día o un mes, pero no mucho más. Segundo, la ‘negación’: incapacidad de aceptar que la alianza terminó. Tercero, la ‘pena y depresión’ que puede describirse como un sentimiento de vacío. La pena proviene no solo de la pérdida, sino del tiempo que se compartió y del fracaso del proyecto de Estado que ambos, presidente y vicepresidente, tenían agendados. En este caso se puede dar el hecho de que algunos miembros del Partido Panameñista consideren la posibilidad de relacionarse a otro colectivo político en las circunstancias que se amerite.
Cuarto, la ‘culpa’. Esta emoción te hace pensar sobre qué fue lo que falló. Si algo tiene de positiva la culpa, es que ayuda a hacer cambios en el futuro. La parte negativa es cuando no se consigue superar la culpa, entonces no es posible finalizar el duelo.
Luego sobreviene la ‘rabia’. Es una fuerte emoción que nace de sentirse herido. Algunos la sienten al principio y otros son más lentos hasta llegar a sentirla. El lado positivo es que ayuda a sobrellevar los malos momentos y motiva para reconstruir la vida. También puede revelarse una rabia destructiva en forma de venganza, llevando a que la persona se desquite inconscientemente. Si perdura, indica que sigue ligado emocionalmente de un modo destructivo.
La transición más difícil del proceso es la ‘resignación’. No solo hay que aceptar que la alianza terminó; también hay que liberarse de ella por completo, recuperando la energía que se invirtió durante 28 meses. Aunque parezca que lo peor ha pasado, también es posible quedarse atrapado en esta etapa cuando el agotamiento nervioso deja a la persona sin motivación para seguir adelante.
De lo anterior la ‘reconstrucción’ es importante, porque se activa y valora la vida. Esta etapa es como aprender a caminar otra vez después de haberse roto una pierna. La persona se siente mejor, pero necesita reconstruir su fortaleza desarrollando confianza, seguridad, autoestima e independencia.
A lo largo de la vida son incontables las veces que hay que enfrentarse a las situaciones difíciles. No es fácil, es doloroso e incómodo. Cualquiera que sean los motivos, no se pueden evitar las emociones y sentimientos de culpabilidad, odio, rencor e incluso deseos de venganza. Lo importante es aprender a manejarlos de la mejor manera, con elegancia, aprender a cerrar la puerta, pero no dando un portazo. Eso, no le conviene al país.
A los políticos de mi país les digo esto: ‘No se conviertan en parásitos de nadie. No renuncien a sus principios y derechos. La lealtad es un principio básico en la política. No la menosprecien’.
Hay que empezar a recoger las mochilas emocionales, dejar a un lado la inmadurez política y empezar a trabajar por el bien del país. Mucho, hay que hacer...