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- 15/02/2015 01:00
La máscara triste de Pierrot (I)
Hace menos de ocho meses, era común observar al ex presidente de la República, Ricardo Martinelli, hacer alarde de bravura, de fortaleza, exhibiendo una imagen de ser un ‘boxeador callejero’, que soportaría todos los embates y denuncias que se le hicieran a él o a varios de sus exfuncionarios por manejos irregulares, ante lo que él denunciaba era ‘una persecución política para dañar su imagen’.
Esas poses de ‘guapo siniestro’, causaron el efecto deseado, todos suponíamos que era verdad esa valentía expuesta con tantos bríos, además agregaba que ‘él ponía sus mejillas’ para que lo golpearan, pero que no atacaran a sus funcionarios, ya que ellos, en su mayoría, fueron funcionarios sacrificados que dieron una cuota extra a la misión encomendada.
Las denuncias por manejos irregulares de parte de muchos de esos exfuncionarios están siendo recabadas en expedientes que se están procesando en las instancias judiciales respectivas, para que rindan cuentas de sus actos deshonesto y les sean cautelados los dineros, valores y propiedades que no pueden justificar de manera legal.
Los que todavía no están inscritos en esa maratón de la Justicia, están siendo investigados por el recién nombrado contralor general de la Nación, por la procuradora general, por el fiscal de Cuentas o la Zarina Anticorrupción. Quienes afinan sus instrumentos legales para darle seguimiento a los expedientes que tramitan sus despachos en estricto apego a la Ley y la Constitución y, en consecuencia, aplicar las sanciones que correspondan.
Evocando las bravuconadas del expresidente Martinelli, y viendo el lamentable espectáculo que brindó al periodista Alberto Padilla, realmente me provocó lástima, dolor, vergüenza y preocupación por las cosas que pudiéramos estar próximos a ver del hoy diputado de la ‘cueva de ladrones y sinvergüenzas’.
Su rostro demacrado, el ceño fruncido, gestos incontrolables, los ojos extraviados, no coordinaba lo que quería expresar, intranquilidad en la silla, mostraron el estado de preocupación que tienen no solo el señor Martinelli, sino los más de 12 abogados que temen que, en cuestión de días, su cliente puede ir con sus huesos a ser el inquilino de la celda 99 de la nueva cárcel la Gran Joya, que coincidentalmente fue construida a un costo de 172 millones durante su administración, también con sobre costos, según análisis de los expertos. Sigue...
PERIODISTA