• 28/08/2011 02:00

El juegavivo

Una de las máximas más conocidas durante la época de la conquista y la colonia en nuestra América era: ‘las leyes se acatan, pero no se ...

Una de las máximas más conocidas durante la época de la conquista y la colonia en nuestra América era: ‘las leyes se acatan, pero no se cumplen’, esto se refería a las instrucciones de la corona que debían ser consideradas legítimas y no se aplicaban. Cada quien abusó de la lejanía del Rey y, por ello, manejó las leyes y las reglas bajo su propio y privado interés.

El juegavivo nace como una negación de todo derecho, y se convirtió en la habilidad para torcer las leyes, para interpretar las reglas siempre a favor de sí mismo y de un interés personal que desconocía el valor y derecho de los demás.

En la actualidad esta mentalidad subsiste.

¿Cómo lo practicamos? Lo hacemos a diario, desconociendo la necesidad de un turno en una fila, ya sea para recibir medicamentos o en el banco el día de pago para cambiar un cheque, en la refresquería, en el supermercado, al subir a un autobús dejando atrás a las mujeres y ancianas, al pagarle menos a quien le pedimos un servicio o un favor. Haciendo pequeñas trampas en la escuela, en la vida matrimonial, cuando despedimos a un amor, por no ser viva y quedar embarazada.

Pasamos a la política, ya que como aplicamos el juegavivo, lo asimilamos como nuestra cultura total, nuestra visión del mundo, y aplicaremos nuestro juegavivo al robamos los dineros del Estado, al utilizar nuestra posición política, económica o social para la inmunidad, al amparamos tras el partido político para que defienda nuestras sinvergüenzuras, cuando le mentimos a la gente.

El juegavivo deforma tanto a la persona que lo practica, que aun rodeado de buenas personas, y de buenas intenciones, lo empleará, porque lo que dirige sus pensamientos y acciones no es el afán de hacer el bien, sino el afán de sacar provecho, porque esa es su cultura, que nunca pudo vencer.

Debemos preguntarnos cuántos juegavivo hay en Panamá, desde los politiqueros hasta el estudiante. Evitemos el juegavivo, no sea que la próxima vez que nos miremos al espejo veamos una réplica del retrato de Dorian Grey.

*DOCENTE DE FILOSOFÍA E HISTORIA.

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