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- 23/09/2011 02:00
Mi gran amigo
Hace dos meses y medio ha ocurrido el gran deceso de mi amigo, hermano y compañero; el Lic. Jaime De León González. A pesar de comprender su delicada condición de salud, conocía de su gran optimismo, su deseo vehemente de vivir y enorme voluntad, al punto que me contagié pensando que se sobrepondría.
Por ende al recibir la noticia de su fallecimiento, quedé totalmente apabullado, anonadado. Su deceso me dejó profundamente consternado y confundido. No comprendo cómo este amigo histórico, gran soldado de la vida haya podido fenecer.
Jaime fue mi compañero, amigo, colega y hermano en la visión del mundo y de la vida. Estuvimos juntos empeñados en la transformación de la sociedad panameña y solidarios con los cambios sociales del orbe. Movidos por ideales del progreso, fuimos parte de las acciones de masa, de nuestra época juvenil en los años 60 y 70.
Nunca arriamos nuestras banderas enmarcados en mejorar las condiciones del campesinado, de los trabajadores y de los estudiantes. Militamos en la gloriosa Federación de Estudiantes Panamá, en el grupo reformista de la Facultad de Derecho, el José Dolores Moscote y en la Unión de Estudiantes Universitarios.
Luego estuvimos largo tiempo sin mayor contacto per sé que ocupó cargos en el Instituto de Acueductos y alcantarillados, en el Registro Público y el Hipódromo José Antonio Remón Cantera.
Una vez fue nombrado en la Dirección de la Juntas de Conciliación y Decisión, reanudamos la relación amical como si no hubiese habido interrupción. A partir de ese momento nuestra amistad fue creciendo de una manera intensa, sólida y continua hasta el final de su existencia. Jaime era colaborador, solidario apoyando a quien podía y merecía su ayuda. Alentaba al amigo a no dejarse vencer, persistir y ser optimistas en sus objetivos.
Hombre de pensamiento progresista, panameño patriota, que no renunció a la idea de obtener para su país la condición de independencia nacional, con un estado democrático dirigido para el beneficio esencialmente de los sectores populares.
En sus últimos años, Jaime y yo, cotidianamente nos reuníamos para tertulias de historia, literatura, política, música y la actualidad nacional. Eran intercambios deliciosos y armónicos que nos enriquecían sin agotarse; a ellas se incorporaban nuevos amigos como: Ramón Domínguez (ya fallecido), don Efraín Brandao, Rodrigo Quijano M. Además, los hijos de Jaime, Aníbal y Arturo, en algunas ocasiones, lo mismo que mi hijo Guillermo.
Recientemente se dedicaba a escribir, habiendo logrado una novela que está por editarse, denominada ‘Semillas de esperanza’, en la que tuve honor inmerecido de escribir su prólogo a petición de él y últimamente estaba en la redacción de otro trabajo literario del cual me dijo que se denominaría ‘Saltos en mi vida’, referido a pasajes y acontecimientos destacados de su existencia.
Su desaparición nos deja un gran vacío, un espacio profundo o insustituible. El país pierde una personalidad que aún podía dar lo mejor de sí. Sentiré todo el tiempo que me toque vivir la profunda ausencia que Jaime, mi amigo, nos ha dejado.
*EL AUTOR ES ABOGADO.