Minería y corrupción en Panamá

Si algo ha evidenciado la actual crisis política de la minería en Panamá, es la desigualdad respecto a la distribución de los recursos del estado, ya que en la mayoría de las ocasiones las potencias mundiales utilizan nuestros bienes para enriquecerse, mientras que nosotros no recibimos un trato justo respecto a esos recursos, de los cuales somos dueños. Popularmente se diría: “hacemos la comida, y se nos roban la bandeja”.

Cuando ocurrió el descubrimiento de América; otros continentes se sumergían en la pobreza, mientras que, en el nuestro, poseíamos tierras abundantes en recursos naturales (flora-fauna), metales preciosos (oro, cobre, diamantes, etc.).

Panamá tiene una historia en la minería que se remonta a cientos de años atrás, desde el período precolombino donde se da la introducción de la metalurgia de oro, hasta la exploración y desarrollo de minas modernas de cobre y otros metales preciosos, por parte de compañías extranjeras, que, en respuesta al alza de estos metales, vieron una oportunidad económica en las exploraciones de nuestro suelo patrio.

Después de cientos de años de esta actividad económica en nuestro suelo, la historia continúa siendo la misma. Panamá, país abundante en recursos naturales y metales preciosos, sumergido cada día más en la decadencia económica, que trasciende al establecimiento de clases sociales, sumamente desiguales, en la que existen la clase alta, la clase baja, donde se concentran la mayoría de los panameños, y luego la clase política, la cual se ha autoconstituido como una clase superior que goza de cierto estatus privilegiado por encima de todos los panameños, en la cual la constitución, la ley, y la moral están por debajo de ellos.

El descontento social que vive Panamá, no se da en torno a un contrato minero que data de muchos años atrás, es más bien una clara manifestación de inconformidad colectiva frente a la clase política que lejos de actuar en pro de representar los intereses del panameño, representan únicamente sus intereses económicos utilizando el clientelismo y la demagogia, sin importarles la consideración del principal elemento del estado “El ciudadano”.

Cuánto más tiene que sufrir el pueblo panameño para que la clase política entienda que el valor superior del estado está en cada uno de los individuos que día a día contribuimos en el desarrollo integral de esta hermosa nación y que gracias a esa contribución que se ha hecho centenaria, en un tiempo llegamos a ser uno de los referentes para América Latina, sin embargo, gracias a los desequilibrios que ocupa la que hoy es una falsa democracia, se ha lacerado el corazón de un país que era feliz y abundante.

Los recursos de Panamá deben ser siempre utilizados en beneficio de cada uno de los panameños, no podemos procurar únicamente el bienestar de las empresas extranjeras, ignorando las mejores oportunidades que pueden surgir para nuestra nación, es momento de rescatar el rumbo de las políticas públicas que se han implementado con la finalidad de beneficiar a unos cuantos, y debemos establecer un rumbo donde se tenga como principal objetivo el enaltecimiento de nuestro bello país.