• 10/07/2011 02:00

Centenario de los Edificios del Instituto Nacional

Desde mi llegada al Instituto Nacional en el año 1974, orgulloso de continuar el legado familiar de ser parte de este monumento de la hi...

Desde mi llegada al Instituto Nacional en el año 1974, orgulloso de continuar el legado familiar de ser parte de este monumento de la historia patria, un cúmulo de experiencias y vivencias vieron la luz para enriquecer y formar mi nobel carácter.

Es precisamente que desde este punto de partida, ya sea de manera consciente o inconsciente, empezamos a forjar nuestro destino desde el calor fraterno de sus aulas.

Han transcurrido 100 años desde que sus instalaciones fueron ocupadas por primera y sus aulas se vieron inmersas con el armónico bullicio de aquella generación de institutores. Cien años se han sucedido desde que por sus pasillos y escaleras sucesivas generaciones fueron testigos del acontecer político y social que producirían profundos cambios en nuestra nación.

Cada nueva generación que se forma en sus aulas es un legado más de compromiso con la patria. Para ello nos forjamos en la lucha diaria, que nos ha permitido ser testigo de la porción de la historia que de manera privilegiada nos ha tocado vivir.

Muchas cosas son dignas de ser recordadas de nuestro paso por sus aulas. Una de ellas, las clases de Francés con la excelente profesora Mitre, las clases de Español con la profesora Dalila Samaniego y nuestros apreciados profesores Villalobos y Arrieta. Docentes a quienes siempre estaremos agradeceremos por haber creído en la juventud puesta en sus manos. No los decepcionamos.

Hubo algunas cosas curiosas que nos llamaron la atención en nuestro entorno, tales como el llamativo color verde de los cristales de sus ventanas, de nuestra escondida enfermería o del auto de la década de los 50 de una de nuestros directivos.

Ahora, en un tiempo presente, dirigimos la mirada hacia atrás con nostalgia; pues, ahora somos más conscientes del inexorable paso del tiempo. Podemos valorar en su justa dimensión lo que ha significado y significará ser un institutor. Nos queda solo el elevar una plegaria y dar gracias a Dios por el privilegio de ser parte de la familia institutora.

*GENERACIÓN DE 1976.

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