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- 06/09/2011 02:00
Ahora somos más
Hace escasos días veía en televisión a unos eufóricos miembros del partido Cambio Democrático alzando los brazos en triunfo y gritando alegres ‘ahora somos más’, tras anunciar la inscripción de más de 82,000 nuevos miembros. Con la cifra, CD se convertía en el partido más grande de los actuales, con poco más de 3,000 por encima del archirrival PRD. No hay duda del fenómeno político que ha resultado ser el liderazgo de Ricardo Martinelli, quien ha logrado de un modesto 5% en las elecciones del 2004 a ganar en el 2009 con 60% de los votos y transformar su pequeño CD al mayor partido del país en 26 meses.
Martinelli venía gobernando con un alto porcentaje de aceptación popular, siempre arriba del 60% y efectuando los cambios sociales prometidos: beca universal, 100 mensuales a los mayores de 70 años, un mejor sistema de transporte colectivo, útiles escolares gratis, manteniendo los subsidios. El gobierno cerca del pueblo y el presidente con un lenguaje sencillo y popular, chabacano para muchos, vernacular para otros. De repente, sin mediar esfuerzo de la oposición, un sorpresivo rompimiento entre CD y su principal aliado, el Partido Panameñista. Y, ahora, en medio de los logros del gobierno y campañas mediáticas con el consabido ‘vamos bien’, era la oposición la que de pronto decía ‘ahora somos más’ al irse el panameñismo a la oposición.
Efectivamente, ahora la oposición es más. Ricardo Martinelli, quien hasta ahora no había cometido errores estratégicos, parece haber cometido el primero y grande. No dudo que eventualmente la alianza iba a terminar, porque ambos partidos tienen firme intención de postular a presidente a un candidato propio en el 2014. Pero igualmente no pensaba que terminaría a 26 meses de iniciado el gobierno. Hasta este momento ambos partidos parecían complacidos del arreglo que tenían, Varela y Martinelli compartían todo, viajaban juntos, aparecían en todos los eventos. Lo que haya motivado la diferencia final solo ellos lo saben y realmente no interesa, lo interesante es evaluar el gobierno a la luz de la nueva correlación de fuerzas.
CD tiene suficientes votos en la Asamblea para lograr leyes y proyectos del Ejecutivo, además los delicados nombramientos ya están superados como contralor general, procurador general. Sin embargo, algunas leyes y otros nombramientos, como los próximos magistrados, será interesante ver las negociaciones que diputados harán al Ejecutivo, donde ya no tiene esa amplia mayoría como hasta ahora. Una ausencia, una salida a destiempo y cambia la balanza legislativa. Mucho puede aun pasar en las propias comisiones en primer debate.
Por otro lado, PRD y panameñistas competirán por el liderazgo opositor, en una competencia que solo agrava la perspectivas de gobierno. En 1991 el entonces presidente Endara rompió con el PDC en un riesgo calculado por el rechazo generalizado del electorado al PRD, por lo que no temía su alianza, que veía casi imposible de darse. Ese error le dio al PRD la Presidencia en 1994, al permitirle reivindicarse en oposición de la mano del propio PDC. Hoy, las cosas son diferentes. En campaña CD atacó por igual al PRD y a los panameñistas, para luego aliarse a estos últimos y derrotar al PRD. Solo para 26 meses después desprenderse de su aliado coyuntural y colocarlo nuevamente al lado del derrotado PRD.
Los cálculos políticos muchas veces fallan. El nuevo partido grande se siente invencible por haber logrado pasar en membresía a todos, desde el poder sus miembros sienten que la popularidad se mantendrá y ya no requieren de nadie. La verdad es que podrán mantener la gobernabilidad muy probablemente, pero sus opciones electorales las han reducido al mínimo. Han mostrado su incapacidad de mantener una alianza, simplemente absorbieron a los aliados pequeños y despidieron al grande.
Nadie podrá negar la capacidad política de Martinelli y su CD, los triunfos son evidentes. Aunque su método no haya sido lo más convencional, logra la Presidencia y el partido más grande del país. Muchas veces el éxito de la subida se pierde en el fracaso en la bajada, no es solo saber ganar, hay que saber perder. Todo parece indicar que la derrota final será caótica. Dudo que sus asesores íntimos le hayan recomendado el rompimiento de la alianza, más me parece que calcularon mal y pensaron que podían sacar al canciller y mantener la alianza, pero la lealtad y liderazgo de Varela en su partido fue mayor que lo estimado.
A los ojos del observador, la crisis de gobierno, manejable, fue producto del propio presidente, por lo que asumo que debe haber calculado todas las consecuencias y aun así optó por el riesgo calculado. Ya antes había demostrado audacia y osadía y, si bien se le considera impulsivo, su éxito empresarial y político no ha sido por ‘impulsos’ ni improvisaciones, sino por planificar y ejecutar ordenadamente. En el corto plazo, el gran ganador será Varela, hasta ese momento ridiculizado por muchos al jugar un pobre papel de segundo del presidente, pero ahora, escalando a principal actor de la oposición y con manto de víctima capitaliza electoralmente. Lo malo para Varela es que faltan casi tres años para las elecciones y habrá que ver si es capaz de mantener su imagen hasta entonces.
Martinelli y el CD seguirán su plan, buscarán terminar las obras iniciadas y mantener su compromiso con las capas populares, pueblo que por años fue PRD y arnulfista, ahora muchos atraídos por el liderazgo nuevo del controversial empresario.
INGENIERO Y ANALISTA POLÍTICO.