El impacto va más allá de la venta final. Incluye la compra de telas, hilos perlas y otros insumos, creando una cadena de valor que dinamiza la economía...
- 04/09/2011 02:00
Regreso a la historia y al Panamá profundo
DIPLOMÁTICO Y ESCRITOR.
El pasado miércoles 31, mientras el país se conmocionaba por la destitución del presidente del Partido Panameñista y vicepresidente de la República, Juan Carlos Varela, de su cargo de ministro de Relaciones Exteriores, unos 70 indígenas Ngäbe—Buglés de la Asociación Rey Quibián de Petaquilla, aunados a campesinos del Comité pro Cierre de Mina Petaquilla y de la Coordinadora Campesina por la Vida (antes ‘contra los Embalses’), y que tiene presencia en tres provincias, protestaban a orillas de la carretera Panamericana a la altura de Penonomé contra Petaquilla Gold, Minera Panamá y el gobierno de Ricardo Martinelli.
Estos ciudadanos del ‘Panamá Profundo’ se manifestaban no sólo en defensa de su vida sino también en solidaridad con la Comarca Ngäbe—Buglé, que protagonizó los enfrentamientos de Changuinola en defensa de la democracia y del medio ambiente y que en ese momento se manifestaban en San Félix contra las tácticas dilatorias del gobierno respecto a la minería y proyectos hidroeléctricos.
De la volante que repartieron, suscrita también por la Asociación de Productores Agrícolas de La Pintada, la Coordinadora de Tierras y Aguas (CTA) y el Servicio Paz y Justicia en Panamá (Serpaj—Panamá) extraigo las siguientes líneas:
‘1. Rechazamos el crecimiento económico que contradice el desarrollo social del país y ocasiona la depredación de nuestros recursos naturales patrimoniales y la destrucción de los ecosistemas en especial del agua.
2. El pueblo panameño requiere de un modelo de desarrollo sostenible a largo plazo, para lo cual necesita, no un presidente—empresario, sino un presidente nacional, que gobierne para todos sin demagogia’.
En vista del fracaso del presidencialismo, de la partidocracia y de la traición a líderes históricos como Arnulfo Arias y Omar Torrijos, los actuales partidos políticos tienen el deber de manifestar las aspiraciones y necesidades de la Nación y de abandonar toda noción de servir a una clase social, a una élite, a un grupo o a algunas familias.
En tiempos de crisis; de crisis enraizada en la corrupción y en la carencia de una conciencia nacional; de pudor ante el saqueo de nuestras riquezas; de un respeto básico a la democracia; crisis, en fin, de patriotismo, los panameños debemos echar mano de nuestros líderes históricos, que no fueron únicamente los mencionados, y que honrosamente incluyen a los expresidentes Belisario Porras, Harmodio Arias, Nino Chiari y Remón Cantera, además de líderes aborígenes, nacionales y populares como Quibián, Justo Arosemena, Buenaventura Correoso, Pedro Prestán, Victoriano Lorenzo, Domingo H. Turner, Floyd Britton y otros que nos dieron Nación y Dignidad.
Es necesario recuperar la Nación que se perdió a raíz de la invasión de Estados Unidos a Panamá, hacer una reingeniería del país para nivelar y reconocer por derecho propio a los pueblos originarios, a las etnias afrodescendientes y a los panameños de origen chino, como elementos constitutivos y participativos de la Nación, y no como objetos decorativos de museo y estantería. En otras palabras, hay que rediseñar los partidos políticos y democratizar las reglas electorales para dar acceso al poder a movimientos sociales arrancados de la Historia y que irrumpen con mucha fuerza del Olvido.
La Nación panameña necesita replantear sus relaciones con Estados Unidos, revisar los tratados firmados durante recientes décadas y redefinir nuestro rol ante el mundo —del cual estamos aislados. Debemos fijar de una vez por todas el régimen jurídico del Canal interoceánico, que no puede estar basado en un tratado ambiguo y polémico, producto de una época y algunas circunstancias que ya cambiaron, como el actual, llamado ‘de Neutralidad’. En fin, nuestro pueblo debe contribuir a la construcción de un mundo multipolar, de paz y equidad.
Apelamos a los medios de comunicación social, a las universidades —especialmente a la ‘de Panamá’— a los gremios de historiadores, abogados, de defensa de los derechos humanos y del ambiente; en fin, a la sociedad civil organizada y la no organizada, para que, conjuntamente con una necesaria reformulación de los partidos políticos, abramos paso al Panamá Profundo.