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- 21/10/2011 02:00
PRD, ¿el poder para qué?
DELEGADO Y DIRECTOR NACIONAL DEL PRD.
‘ Nosotros tenemos que hacer un Partido; eso es verdad, un Partido del nuevo hombre panameño. Un Partido del hombre que con profundo cariño a su Patria en 10 años le demostró al mundo que pudo erradicar el colonialismo y que puede incorporar los 78,00 KM2 de esta Patria al sector productivo. Vamos a hacer un Partido cuya organización política, consolide y responda al querer de las masas que testificando su apoyo nos dice, Omar, (PRD) no nos falles’. Síntesis o fragmento del discurso proselitista que diseminó El Viejo, antes de que se materializara la conformación y legitimación del P.R.D.
Omar Torrijos visualizaba un Partido político de vanguardia, cuya doctrina filosófica Yunta Pueblo—Gobierno, mantuviera unidos y enraizados los sanos intereses del País. El accionar de gobierno, independientemente de la polémica y antagonismo políticos, mantuvo como prioridad el valor intrínseco del indígena y campesinado, atendiendo y escuchando sus inquietudes y reclamaciones. Al estudiantado en mítines y protestas, pues comprendía que la rebeldía era etapa y síntoma del hombre revolucionario que lucha por un estilo de vida honroso y permanente. A los profesionales, para que las oportunidades de superación y crecimiento estuvieran a su alcance, sin ataduras o mayor compromiso que la responsabilidad adquirida.
Respaldó al empresario que explotaba la industria, comercio, empresa y no al obrero base de la producción, consciente y seguro de que no se puede acabar con la pobreza destruyendo la riqueza. Enmarcado en búsqueda de soluciones y equidad, creó el Código de Trabajo, cuyo contenido creó un ambiente tranquilizador en la clase trabajadora. Las Convenciones Colectivas, como una herramienta de conciliación y negociación por intereses de ambas partes, se mantienen como un método eficaz en resolver y detener conflictos; pilar y bases fundamentales en la construcción de la Patria doméstica. De grata recordación su sencillez, lealtad y humildad, son, en mi apreciación, cualidades de su legado político, pues nunca ostentó ni priorizó bienes o fortunas.
Ahora se percibe el poder para enriquecerse; que la injusticia y corrupción campea alegre sin excepción. Es tal la incredibilidad, que se especula y escuchan ofertas de posibles postulaciones al cargo de presidente que mueven a risa. Basado en esa preocupación, el PRD se renovará y reestructurará en fecha próxima. Cristalizado el objetivo, debemos elaborar un programa y plan nacional de gobierno, comprometiéndonos como organización política a cumplir y garantizar la paz social. El organismo como instrumento jurídico es quien debe asumir la responsabilidad y obligación en promesas y convenios. Los presidentes o candidatos son transitorios, pero el Partido es permanente. Veamos las cosas como son y no como quisiéramos, practiquemos y actuemos con sinceridad y honestidad frente a copartidarios, aliados e independientes.
Conmemorados 30 años de recuerdo por la desaparición física con mucha solemnidad, es deber primario y necesario un ejercicio de reflexión y análisis objetivo que exteriorice y detecte las fallas y debilidades que enfrenta y padece el colectivo político de Omar Torrijos. No podemos continuar desfasados coreando consignas politiqueras de luchas cosechadas o superadas. Latente y persistente cabalga el fantasma de la pobreza y decrecimiento de la clase media nacida en los 70. Torrijos no cuestionó ni se opuso al surgimiento de nuevos ricos, pero fue tenaz y rígido con aquellos que cayeron en latrocinios o actuaciones indebidas. Aspiró a que la prosperidad fuese cónsona y equitativa en la educación y calidad de vida del pueblo panameño. Podemos retomar lo bueno que hará retumbar nuevamente esos gritos esperanzadores de ‘Este pueblo que es lo que es..., este pueblo es perredé’, y ‘Cuando el PRD gobierna, al pueblo le va mejor’.