• 18/07/2011 02:00

Con la claridad de un prisma

COMUNICADOR SOCIAL.. D urante mis primeros años escribiendo para este espacio miraba el horizonte de temas y me disponía con mucho entu...

COMUNICADOR SOCIAL.

D urante mis primeros años escribiendo para este espacio miraba el horizonte de temas y me disponía con mucho entusiasmo a plasmar mis ideas y aportes. Los lectores asiduos saben que hago lo posible por alejarme del vaivén politiquero cotidiano que otros tocan a favor o en contra, con el afán de ladear la balanza de la percepción instantánea. Somos muy pocos los que hacemos un esfuerzo por no caer en ese revoltijo insensato y pueril que no busca el bien general, sino mantener sus espacios malhabidos en detrimento del bien común.

Generalmente cada semana presento aspectos poco considerados para ofrecer otras perspectivas, que pueden contribuir educadamente en la formación de opinión, expandir el debate, advertir u ofrecer soluciones. Con más frecuencia mis lectores en diferentes medios critican, aportan y reflexionan sobre lo que expongo. Eso ayuda a enriquecer lo planteado en la búsqueda de correctivos.

Últimamente mi revisión es más crítica, porque hay sugerencias (pocas por cierto) de que cada vez es más notorio que veo el mundo por el prisma del negativismo; un cristal nublado. Pero, igualmente me tranquiliza saber que hay otras personas que comparten mi visión sobre este tiempo que vivimos, entre ellos, otros formadores de opinión que gozan de mi admiración y aprecio.

Quedé absorto, pero en un estado de desasosiego después de estudiar (más que leer por encima), la entrevista que le hiciera al novelista y escritor español Arturo Pérez—Reverte, el colega Egbert Lewis, editor del suplemento dominical Día D del diario el Panamá América. Lewis y Pérez—Reverte hablaron de sus preocupaciones sobre la realidad actual. Exploraron a fondo los entrelazados en su obra ‘La reina del sur’ y, examinaron el panorama sociopolítico en España y Europa, el populismo del siglo XXI, los políticos, los gobiernos, la guerra contra la pobreza y el narcotráfico; la democracia y las luchas que hay que enfrentar en este siglo, entre otros temas.

El novelista concluye claramente que los desafíos que enfrentamos hoy ‘son un problema de cultura’, y digo enfrentamos, porque muy puntual fue Lewis cuando, ante la exposición que hiciera el entrevistado sobre el panorama sociopolítico de España y Europa, puntualizó: ‘Lo que usted nos relata se parece mucho a Panamá y a muchos países del mundo’. Personalmente he sido fastidioso e incesante con esta aseveración. El nivel cultural de muchos de los que nos gobiernan, de los que creen saber de cultura, comunicación e historia; los que ocupan espacios políticos, los que legislan y toman decisiones que nos afectan a todos es de temer. Y las herramientas y mecanismos para elevar el nivel cultural de la población (el sistema educativo y los medios masivos de comunicación, los tradicionales y los nuevos electrónicos) están siendo utilizados sistemáticamente para disminuirnos. ‘Mi miedo siempre es que la ignorancia unida al poder político, y la incultura unida a la incapacidad de legislar, produce efectos devastadores’, puntualiza Pérez—Reverte.

El retrato que nos deja sobre la condición de nuestros pueblos que se ven absorbidos por el flagelo del narcotráfico entristece sobremanera. ‘Como me decía un narco en Sinaloa cuando yo estaba trabajando en México en ‘La reina del Sur’, decía que la alternativa era estar cultivando maíz y morirme de hambre o vivir 50 años como un esclavo o cinco años como un rey. Entonces prefiero vivir cinco años como un rey que 50 años como esclavo que después me maten o vaya a la cárcel. A ese hombre lo han obligado los políticos a tener que elegir el narco como medio de vida para no ser un esclavo con el maíz durante toda su vida’.

Preguntado sobre las luchas de este nuevo siglo, Pérez—Reverte respondió: ‘Llevar una camiseta del Che Guevara ahora es absurdo, porque a él lo mataron y no habrá más’. ‘¿Ahora tenemos que librar otras batallas?’, preguntó Egbert, ‘Claro’, respondió. ‘Ya no son las mismas. Ya no hay una ideología que guíe a la gente, ya no hay un ‘Che’ en las camisetas; ahora es que hay mucha injusticia que se está ejerciendo. Demasiada arrogancia, demasiada prepotencia, demasiada chulería por parte de los poderosos, y pocos mecanismos de consuelo por parte de los débiles y oprimidos. Por eso digo que las revoluciones que vienen ya no van a ser para una sociedad más justa, sino para ajustar las cuentas, como revancha’.

Esta voz de Pérez—Reverte por medio del aporte de Egbert Lewis ofrece una visión más aguda y reveladora en donde encuentro sustento y enfoque; similitudes concretas en la situación panameña. Ya sea Europa, el continente americano, México, Estados Unidos o Panamá, hay un peligro social latente. No es que muchos somos negativos, es la realidad y estas reflexiones enmarcan el universo humano y su condición de supervivencia amenazada y por estallar.

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