• 29/01/2024 00:00

Sobre ecosistemas de medios

En mi columna de la semana pasada mencioné un escrito titulado: ¿How can we build trustworthy media ecosystems in the age of AI and declining trust? (¿Cómo Podemos construir ecosistemas confiables de medios en la era de la inteligencia artificial y un declive en la confianza?). El escrito aparece En la sección de Medios, Entretenimiento y Deportes dirigido por Minos Bantourakis en el portal del Foro Económico Mundial.

Los mencionados ecosistemas de medios han experimentado trasformaciones dinámicas en la medida en que las tecnologías hace lo mismo. Como ejemplo, vale la pena subrayar algunas observaciones publicadas hace 10 años en razón de la influencia de las redes sociales en el quehacer humano comunicacional.

Decía en el 2014 que existe una parte de la población, particularmente de los centros urbanos, que viven y desarrollan la actividad cotidiana en las redes sociales. Hay otra parte, que se dedica a crear contenido para trasmitirlos a través de estos canales de comunicación. Ambos, los que preparan contenido (veraz o falso) y los que lo consumen, tiene la impresión de que el mundo gira en la profundidad de los aparados con la cual ellos trasmiten y reciben estos mensajes.

Los mecanismos de comunicación a lo largo de los tiempos han ido perfeccionando la manera en que los políticos y los vendedores de esperanza alcanzan a sus receptores: más directo y rápido. Pero la ligereza y profundidad de los mensajes han ido en contraposición con la sofisticación de los mecanismos tecnológicos empleados.

En el tema de la comunicación de masas, las redes sociales fueron cobrando considerable vigencia, ocupando espacios importantes en los “ecosistemas de medios” del momento (2014).

A pesar de la penetración de estas redes sociales en todas las esferas poblacionales, observadores y expertos en conducta humana, desarrollo social y comunicación llamaron la atención sobre los efectos —probablemente más negativos que positivos— en la población que las utiliza.

¿Un artículo titulado “Is Social Media Sabotaging Real Communication?”, publicado en la revista Forbes el 2012 puntualiza claramente que los nuevos procesos de comunicación a través de las redes sociales y la tecnología que los soporta, han acortado significativamente las barreras de tiempo, velocidad de respuesta y geografía, pero que al mismo tiempo han erigido un nuevo grupo de barreras comunicacionales que ponen en peligro la salud y bienestar de la interacción humana.

La autora del artículo Susan Tardanico, consultora en comunicación y liderazgo, señala que con el uso de los medios sociales y “con el 93 por ciento de nuestro contexto comunicacional reestructurado (ella escribe: ‘communication context stripper away’), estamos tratando de tomar decisiones basadas en frases, abreviaciones, señas y/o figurillas, que pudieran o no ser fieles representaciones de la realidad que se quiere comunicar”.

En Estados Unidos, región en donde nace y se popularizan las famosas redes, no todo el mundo quiere estar conectado y los que han estado, parece que comienzan a reevaluar sus propósitos comunicacionales a través de estas tecnologías.

Un grupo de investigadores de MIT (Massachusetts Institute of Technology), Carnegie Mellon University y del Georgia Institute of Technology realizaron una investigación publicada en el Harvard Business Review que sugiere que solo el 36 por ciento de los tuits valen la pena ser leídos; 39 por ciento de valor promedio y 25 por ciento son una pérdida de tiempo.

Susan Tardanico propone que los medios sociales tienen el potencial de hacernos “menos sociales”. “Para que sea realmente un medio efectivo de comunicación, todas las partes deben asumir la responsabilidad de ser genuinos, precisos y no permitir que se reemplace del todo el contacto humano”.

Si la preocupación de los científicos sociales tenía que ver hace una década con la influencia en la población, negativa o no, de estos nuevos elementos comunicacionales (redes sociales), en los “sistemas de medios” que marcaban la época (Radio, televisión, periódicos, etc.), la situación ha variado considerablemente, y los llamados “ecosistemas” mediáticos actuales las conforman una nueva variedad de elementos (Inteligencia artificial, por ejemplo), que dinamiza las posibilidades de manipulación mucho más allá de lo que era posible hace tan solo 10 años.

Entre esa nueva disyuntiva debemos mirar los próximos comicios electorales, no solo en Panamá, sino alrededor del mundo. Mucho más que en el pasado, los resultados serán producto de cómo se empleará el sistema de medios, eso sin entrar a los aspectos de verdad, post verdad y fantasía total de los mensajes.

El autor es comunicador social
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