• 22/04/2013 02:00

Cuidemos el tono y la agresividad

No tengo referencias directas de otros países latinoamericanos, pero pareciera que el tema de Venezuela tiene una incidencia marcada aqu...

No tengo referencias directas de otros países latinoamericanos, pero pareciera que el tema de Venezuela tiene una incidencia marcada aquí en Panamá y en el acontecer nacional, al punto de llevar la dirección editorial de varios medios y programas de comunicación locales desde la muerte de Hugo Chávez. Hasta el director de Protocolo y Ceremonial del Estado ha perdido su puesto en el marco de este tema.

La comunidad venezolana se deja oír en Panamá. Es visible y, en algunos casos, agresiva; más, cuando se dan opiniones en contra de la suya. Eso ha sido evidente en el día a día. Otra cosa está quedando al descubierto: las redes sociales, en particular Twitter, ha contribuido a que esa actitud y agresividad se acentúe, independientemente de si las informaciones transmitidas desde Venezuela por ese y otros medios electrónicos, sean fieles o no.

Los hechos comprobables me dan suficiente información como para que pueda expresar mi solidaridad con los venezolanos. De lado y lado. Un hijo muerto es un hijo muerto. Y debo recordarles, a todos los que despiden ese odio furibundo, que las votaciones del domingo 14 de abril dieron como resultado que la mitad del pueblo votó en contra y la otra mitad votó a favor. Si unos tienen derechos, los otros también; y eso nos debe llevar a reflexionar sobre lo que realmente queremos y deseamos para ese pueblo.

Aquí en Panamá, sobre otro tema durante estas últimas semanas, notamos con preocupación signos de violencia que merecen la atención ciudadana. Si creen que no estamos en un periodo de decadencia, observen detenidamente. Lo más probable es que los números fríos dan cuenta que las actividades criminales, en términos generales, han disminuido como aseguran las autoridades. Pero el sentido de inseguridad permanece y muchas voces, a todos los niveles, han tratado de minimizar los efectos; particularmente responsabilizando a los medios: en contribuir directamente con que se mantenga esa impresión. Comparto ese sentido de inseguridad y no solo es lo que sucede en términos de violencia contra el estado físico de una o varias personas, sino el sentido de que vamos por mal camino en lo que se refiere a la convivencia social.

El diario Critica informó el viernes que: ‘Militza Lisbeth Camarena Franco, de 24 años, es la identidad de la mujer hallada muerta el 12 de abril en un paraje de Antón, Coclé, confirmaron ayer, jueves, autoridades del Instituto de Medicina Legal y Ciencias Forenses (IMELCF). La estudiante de 5° año de Medicina desapareció el 9 de abril, cuando salió de su casa en Pacora para matricularse en La Universidad Latina. Humberto Mas, director del IMELCF, explicó que la causa de muerte de la joven fue un golpe en la cabeza, que le provocó una hemorragia interna. El cuerpo, que estaba descompuesto, no tenía más lesiones. Diomedes Trejos, jefe de Análisis Molecular, explicó que diez horas tomó obtener los resultados de la prueba molecular desde el momento en que ambas muestras estaban en el laboratorio. El director Mas agregó que las muestras dentales que reposaban en el Hospital Regional de Chepo confirmaron que es Militza’. El diario reportó en esa misma edición sobre otras tres muertes por violencia criminal.

La clase media, profesionales, las capas populares: trabajadores, estudiantes, trabajadores de la cultura (músicos, artistas, escritores, poetas, etc.) son el sostén imprescindible de cada sociedad. Ponen la musculatura y sus esfuerzos, sus mejores años de vida, generación tras generación. Ponen los muertos y representan el motor necesario para impulsar el desarrollo de las naciones. El modelo sociopolítico que nos gobierna define la participación. Estas son las capas de la sociedad más vulnerables en los momentos de crisis (económicos y políticos) y cuando los peligros sociales se hacen del diario vivir. La violencia criminal es más probada entre estas capas sociales.

Una sociedad, en franco desarrollo, debe buscar en otras dimensiones del quehacer humano la fórmula para rescatarse del analfabetismo funcional, la mediocridad glorificada, del bajo nivel cultural y de la barbarie social. Rescatarse del ‘juegavivo’ y de la politiquería malsana, que mantiene a grandes sectores en clara desventaja ante las capas sociales elites que tienen los recursos económicos para su desarrollo integral. La conjugación de estos factores es lo que ha abonado la sensación de inseguridad en que vivimos. Y mientras se ocupan en hacerse ricos los de la élite, los que tratan de avanzar socialmente, como la joven Militza, enfrentan los riesgos sociales que no parecen disminuir. Una conducta delictiva que aparentar estar fuera de control.

De una cosa estoy seguro: el daño está hecho y pasarán varias décadas antes de que podamos convivir en un estado social que minimice ese sentido de inseguridad. La reevaluación del papel de los medios en nuestro quehacer cotidiano, con nuevos objetivos y nuevos códigos, es el primer paso para que podamos recorren nuestras calles con tranquilidad.

La violencia que amenaza, amenazará a todos, tarde o temprano, si no la atendemos debidamente. Eso debe incluir a los venezolanos que radican aquí y que deben contener el tono de su participación social. No habrá Nación próspera sin la seguridad de que esas capas humanas que la impulsan, gocen de las mejores condiciones para su propio desarrollo y seguridad. Los medios, al servicio de la formación de la sociedad, son un camino seguro al desarrollo integral de la población.

COMUNICADOR SOCIAL.

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