Según el economista en jefe de la FAO, Máximo Torrero, la región ha reducido la prevalencia del hambre, con casos destacados como Brasil, República Dominicana...
Erróneamente solemos pensar que es mucho más frecuente que las personas adultas padezcan de depresión, pero lo cierto es que en América Latina casi 16 millones de adolescentes de entre 10 y 19 años viven con algún trastorno mental, según dice el último informe del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef). Es un 15% del total de la población de ese rango de edad. Hoy, en el Día Mundial contra la Depresión, es urgente subrayar esta realidad. El aumento de los trastornos depresivos y de ansiedad es el síntoma de un ecosistema contaminado de obstáculos –en sus dos caras, laboral y social– lo que ocasiona golpes al estado de ánimo. Por ejemplo, en Panamá es notoria la cantidad de jóvenes que salen de la universidad y no logran conseguir un trabajo, una situación que genera frustración y que empuja en muchos casos a la depresión. Otra de las causas es la toxicidad en las redes sociales; hay evidencia de cómo predomina la permanente comparación en la que están los jóvenes con otros, en cuanto a su vida y su cuerpo, lo que intensifica los problemas de ánimo. Los padres tenemos que estar muy atentos a los cambios de comportamiento, y tener con los hijos conversaciones sobre el mundo virtual y los peligros que en él existen. Si se quiere una sociedad saludable y una juventud próspera, tenemos que adoptar estrategias de prevención e idear planes para mitigar las causas de la patología. Es preciso tomar muy en serio los indicadores y exigir a los organismos competentes la equidad en el acceso y la gestión en salud mental.