Dinero sucio y Política

Durante la década del 20 del siglo pasado el dinero que procedía de los negocios ilegales se procesaba en los lavaderos automáticos (‘laundromats’) de los Estados Unidos. De allí adquirió su nombre. A partir de los 80, con la globalización financiera y los procesos de desregulación, esta actividad ha crecido de manera descontrolada a nivel planetario. El dinero sucio procede del narcotráfico, el tráfico humano, el de diamantes, contrabando, petróleo, etc., pero si el dinero no se lava, esto es, no se procesa en las entidades bancarias o se invierte en operaciones legales, no puede ser utilizado. Es por eso que para los que se dedican a estos ilícitos, las campañas políticas caen como anillo al dedo. Ellos quieren lavar y muchos políticos están ávidos de recibir dinero para sus campañas. Es justo ahora que la sociedad tiene el derecho de conocer el nombre de los donantes y la cuantía, para que la transparencia se convierta en la reina del proceso electoral.