Paz para la humanidad

La historia de la humanidad ha tenido como protagonista central a la guerra y a la violencia. La Navidad se convierte, año a año, en la oportunidad de renovar votos por el cese mundial de los enfrentamientos que, ya sea en forma de guerras o de conflictos internos, se expanden a lo largo del planeta. También debemos incluir la violencia producto de la delincuencia —cada vez más global—. Esa misma historia nos demuestra que los periodos de paz mundial, igual para los países y las sociedades, han sido los más fructíferos en avances y logros para una mejor calidad de vida, en fin, para la conquista de la felicidad. No hay pues, en este día que simboliza tanto para el cristianismo, otro deseo más vivo que el de la paz para cada ser humano, para las familias, para los países y para el mundo entero. Con ese bien inconmensurable que es la paz, pueden las sociedades enfocarse en los grandes deberes para con los más desfavorecidos. Porque en torno a todas las reflexiones que traen estas celebraciones está el valor superior de velar por una sociedad justa y equitativa, donde haya espacios y oportunidades para todos. Los deberes están por cumplir, que fácil debe ser para un país, relativamente pequeño, como Panamá.